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La mirada de un carnívoro sobre las dietas vegetarianas

(cc) _Andrea_

Muchas veces hemos hablado sobre lo beneficioso que es llevar una vida vegetariana. Pero al ser nosotros un medio en favor de este estilo de vida, puede haber gente, carnívora, que tal vez pueda creer que nuestro punto de vista o criterio está sesgado. Es por eso que queremos compartir con ustedes -con previa autorización del protagonista- la historia de una persona común y corriente, amante de la carne, que de un día para otro tuvo que bajar considerablemente su consumo por un tema de salud. Esta es su historia.

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Luego de sentirse mal, Roberto fue a ver a su doctor. Le dijo que su colesterol y el ácido úrico estaban muy elevados, por lo que el próximo mes debía hacer una dieta en la que suprimiera por completo cualquier tipo de carne. En palabras de él: “fue el mes más largo de mi vida”. La razón de esto, a que como se autodefine es una persona muy sociable y le gusta salir a almorzar y comer con amigos y a su juicio la mayoría de los restoranes vegetarianos son caros y los que no, preparan una o dos ensaladas y más encima malas.

Pasó el mes y Roberto volvió donde su doctor. Esta vez sus niveles habían bajado, pero el colesterol bueno también lo había hecho, por lo que le recomendaron comer palta, almendras, aceite de oliva y Omega3, entre otras cosas. Respecto a la carne fue claro: sólo una vez a la semana carnes roja y si se trataba de carnes blancas, podían ser dos.

Pasó el tiempo y Roberto comenzó a sentirse bien e incluso bajó de peso sin proponérselo y ahí se dio cuenta. Cito sus palabras: “Las dietas vegetarianas no son saludables sólo por eliminar la carne, en realidad lo son por la variedad de frutas y vegetales que consumen, a diferencia de los carnívoros que sólo enfocan los vegetales como acompañamientos. Creo que en la variedad está el gusto. Actualmente soy un gran consumidor de frutas, verduras y legumbres, pero sin dejar a un lado los productos de origen animal. Y claro, todo con moderación. Sin fanatismos de ningún tipo. Hasta me preguntan cómo lo hago para adelgazar si como de todo”.

Frente a este testimonio, quisimos ahondar un poco más sobre la historia de Roberto, ya que creemos que como él, pueden haber muchos otros que no se entusiasman con la dieta vegetariana porque creen que es fome, aburrida y desabrida, lo que no es más que falta de información. Por esto, quisimos prolongar nuestra conversación con Roberto.

– ¿Qué fue lo que más te costó cuando tuviste que implementar esta nueva dieta?

Lo más complicado al principio fue el primer mes de no comer carne. Como te conté, entre mi círculo de amigos nadie es vegetariano, y no pretendía aislarme de ellos. Todo lo contrario, para mí era fundamental el apoyo de ellos aún cuando en general me echaran tallas sobre mi nuevo estilo de vida “herbívoro”. Actualmente, luego de ese primer mes traumático, no lo veo para nada complicado, es sólo cosa de saber equilibrar y pedirle al mesero que haga un par de arreglos simples al menú. Por ejemplo, pedir ensalada en lugar de papas fritas. Además aprendí a tomar mucha agua durante el día, a comer “snacks inteligentes” como frutas o queso fresco para no llegar a las comidas principales con ganas de comer todo lo que pase por mi plato. Lo mismo antes de ir a algún evento social: nada como una manzana de camino, llena el estómago con fibras y masticar le dice al cerebro que ya vas a medio camino de estar lleno.
Lo otro que me costó fue aprender a comer verduras, aunque aún soy “regodeón”, aprendí a mezclar verduras para mitigar sabores de otras que para mí son desagradables. Aún estoy aprendiendo a comer espinacas, coliflor, etc. Pero poco a poco se va logrando.
Las legumbres fueron y son mi gran aliada, excepto porque acá en Santiago tienen la mala costumbre de agregarle un trozo de longaniza encima (yo, que soy del sur, encuentro las longanizas capitalinas malas, pero malas maaaaalas) sólo basta con pedir “sin longaniza”. Te ponen cara de sorpresa, pero lo hacen igual.

¿Qué es lo que MENOS echas de meno de tu nueva dieta?

– Nada. Eso es lo espectacular. No es una dieta del tipo “llego a los 75 kilos, termino y vuelvo a comer como antes”. Es más bien un estilo de vida saludable. Por ejemplo: si sé que el sábado me juntaré a un asado con mis amigos, entonces dentro de la semana consumo sólo legumbres, ensaladas y harto ejercicio anaeróbico el día antes: Así utilizo el exceso de proteínas para reconstruir los músculos dañados por las pesas, y las grasas cumplen su función de combustible (el cuerpo sigue quemando calorías 3 días después de un ejercicio intenso).

¿Qué le dirías a la gente que come carne más de 3 veces a la semana?

– En la antigüedad los cavernícolas tenían una dieta en base a la recolección, y para comer carne tenían que cazarla. Es decir, mucho ejercicio para capturar la presa y luego mucho ejercicio para llevarla a cuestas hasta su familia. Ahora, todo está en supermercados al alcance de la mano, eso estimula la vida sedentaria. Si alguien quiere comer carne, allá él, pero tiene que pensar en qué estilo de vida tiene. Además, es mejor calidad que cantidad y por ello, en mi humilde opinión, un filete bien preparado un sábado junto a los amigos es mucho mejor que 3 completos a la semana, 2 hamburguesas y un arrollado, como almuerzo, once o cena sólo porque “no alcanzó el tiempo” de comer algo más saludable.

Queremos agradecer a Roberto por compartir con nosotros su punto de vista y esperamos que su historia pueda motivar a gente, que tal vez tiene dudas sobre el vegeterianismo, que se informe y vea que hay un mundo de sabores a la vuelta de la esquina.

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