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(047) El hombre y la ballena

(cc) Provencio

La caza de ballenas ha acompañado a nuetra raza desde la prehistoria, en la que se las arreaba a las playas usando botes pequeños y sonidos que las asustaran.

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Algunas de las narraciones literarias más cautivantes que se han escrito en los mares guardan relación con los balleneros, que obligaron al hombre a sumergirse en los extremos polares del mundo y maniobrar para capturar a estos mamíferos y comercializar su carne y aceite.

Pero la modernidad nos ha llevado a abusar de la caza, eliminando a más ballenas de las que están naciendo y destruyendo el ecosistema submarino.
Por esto, en 1946, nace la Comisión Ballenera Internacional, ésta se encarga de revisar y actualizar medidas como: Designar areas específicas como santuarios de ballenas, poner un límite al número y tamaño de ballenas cazadas, determinar temporadas de caza y prohibir la caza de madres y cachorros. Además apoya y coordina investigaciones y publicaciones.

En 1986 la comisión adopta una moratoria (suspensión de actividades) hacia la caza de ballenas que se mantiene hasta el día de hoy.
Ochenta y ocho países (incluyendo Chile) son miembros de esta comisión. La mayoría se adscriben a la moratoria y algunos (como Islandia y Noruega) continúan con la caza comercial en pequeña escala. Por otra parte, Japón continúa la caza de ballenas a gran escala (aproximadamente 950 ballenas al año) declarando que lo hacen con fines científicos.
También existe un bajo porcentaje de caza realizado por países como Estados Unidos y Groenlandia bajo permisos de cultura aborigen.

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