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Chile: ¿Cómo se definen expropiaciones en Pumalín?

No hay suficiente información para saber qué criterio prima en este tema.

Ayer se notificó a la administración del Parque Pumalín de la primera expropiación de terrenos que tendrá la importante reserva natural como consecuencia del proyecto para completar la Ruta 7 o Carretera Austral, que en este momento está interrumpida en varias partes, en otras obliga al uso de transbordadores y en extensos segmentos es un camino de tierra no apto para salvo para vehículos Off Road.

El presidente de la Fundación Pumalín, Hernán Mladinic, recalcó que la administración del parque acatará la instrucción del estado, pero lamentó que no se acogiera la sugerencia del parque para optar por un trazado costero en la zona de la Península Huequi.

Pongamos al lector en contexto. En los años 90 el multimillonario Douglas Tompkins empezó a comprar terrenos en la zona de Palena, Chile, con el fin de crear un gran santuario natural y preservarlo de la explotación. El parque totalizaba una superficie de 325.000 hectáreas cuando Tompkins lo traspasó a la Fundación Pumalín, una organización chilena por medio de la cual se terminó en gran parte el ruido ambiente sobre las intenciones de Tompkins de “atentar contra la soberanía”.

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Aunque el estado chileno nunca hizo nada serio por impedir la formación del parque, hasta el día de hoy los sectores políticos se acusan unos a otros de haber facilitado las cosas a Tompkins o haber recibido platas por favores políticos. Fuera de los rencores y el oportunismo, en realidad la única crítica objetiva que se ha hecho al parque es que se emplaza en terrenos por donde debiera pasar la Carretera Austral, el principal medio de conectividad vial de la zona. Sin embargo el proceso para ejecutar las obras de la carretera en ningún momento pasó por impedir la existencia del parque, sino por realizar los estudios de ingeniería de detalle de las obras y proceder con las expropiaciones correspondientes, algo que no se había  hecho ni durante la estadía de Tompkins ni antes, visto que esos terrenos también tenían dueño antes de la venida del millonario.

Rodear o Cortar la Península

Esta expropiación en particular apunta a resolver puntualmente la conexión entre las caletas de Leptepu y Fiordo Largo, ubicadas en la base de la Península Huequi. En la actualidad, para transitar entre Pichanco y Caleza Gonzalo hay que tomar un transbordador que rodea la península, aunque también hay un sencillo camino costero por donde los habitantes de ésta se desplazan en su vida diaria.

La decisión de resolver el problema de conectividad con el trazado que finalmente se va a seguir parece tener sentido en el papel: parece más razonable unir la península por la base que rodearla. Sin embargo, los representantes del parque sostenían que era mejor para la zona un camino costero. No hemos visto el anteproyecto que habrán sugerido, pero su tesis era que favorecería a la zona e incentivaría el turismo.

Esto coincide además con lo que vienen planteando habitantes de la zona y parlamentarios como Sergio Páez y Gabriel Ascencio hace 10 años: que no sólo hay que ofrecer una manera para ir de Puerto Montt a Coyhaique de manera expedita, sino que hay que proveer conectividad a los habitantes de la zona, los cuales debieran ser la primera prioridad a la hora de tomar decisiones. Palena no es un simple pasillo que hay que sortear de la manera más expedita posible, sino que hay que tomar en cuenta que el 90% de las personas que habitan el lugar viven en la costa, y una carretera costera resolvería el problema del tránsito inter-localidades, además de convertir en destinos turísticos reales a caletas que hoy son casi inaccesibles.

Las Cartas sobre la Mesa

Los críticos del parque o defensores de la soberanía piensan que la idea es irracional, y que sólo busca minimizar los tramos expropiados. Sin embargo estuvimos investigando y toda esta situación no nos termina de cerrar. Para empezar, no hemos podido encontrar estudios de impacto que comparen el proyecto costero y el interior. No sabemos la diferencia en extensión, no hemos visto -si es que hay- un estudio de impacto ambiental.

Es difícil evitar suspicacias respecto a las “ventajas indirectas” del presente trazado, y eso es porque se ha roto la confianza y no vemos las cartas sobre la mesa. Algunos dicen que permite pasar las líneas de transmisión de Hidroaysén y, aunque eso acarrea tramitar una servidumbre aparte, y no parece tan trivial pasar torres de alta tensión por una faja de 30 metros de ancho, esas suspicacias surgen porque resulta que tampoco hemos visto el proyecto de las líneas de transmisión de Hidroaysén. En la práctica, en todas las ocasiones en que los consejos regionales debieron rechazar ese proyecto, una de las razones para hacerlo era que el proyecto de transmisión no estaba planteado ni menos resuelto. En ocasiones como esta se hace muy conveniente porque es difícil oponerse o detectar segundas intenciones con algo que no existe.

Lo que está en discusión no es un gallito con o contra el Parque Pumalín. Más bien parece que los políticos de ayer y hoy se han aprovechado de la personalidad característica de  Tompkins para convertirlo en antagonista de un conflicto que no existe. Lo que existe es simplemente la voluntad de postergar la prioridad de los habitantes en pro de otros intereses que hasta ahora nos parecen poco transparentes.

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