Si nos preguntan qué prefiere un panda: si ser libre y comer brotes de bambú en los bosques, o vivir en cautiverio y jugar ocasionalmente en una mecedora, me temo que la segunda opción suena fuera de lugar. Pero sigue siendo valioso que, dado que la opción de los bosques le fue arrebatada, este panda esté de buen humor y juegue deleitando a los visitantes.
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