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Viernes 23 de septiembre: El Equinoccio de Primavera 2011 llega con algo de retraso

Los calendarios no siempre coinciden con el comportamiento del “astro rey”

La estación del arrumaco, no llega el 21 de septiembre sino el viernes 23 a las 9:04 hrs, dando lugar así a la llegada de la primavera en el hemisferio sur y del otoño en el hemisferio norte.

Esto nos suceden porque queremos creer que las cosas son fijas, pero no. Los calendarios no siempre coinciden con el comportamiento del “astro rey”, y por eso los gregorianos, debieron adaptar el calendario con años bisiestos para acomodarse al tránsito planetario.

Por otra parte, la tierra ha cambiado con tanto sismo y la inclinación de su eje puede variar aún más la llegada de la tan polémica primavera.

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Almanaque en mano, en el norte la primavera dura 92 días y 9 horas, mientras que en el sur apenas alcanza a los 89 días y 7 horas. (Parece que las desventajas nos vienen desde el cosmos).En el norte, cae siempre entre el 20 y el 21 de marzo; en cambio, en el sur, ocurre entre el 22 y el 23, de septiembre nunca el 21.

Un equinoccio sucede cuando la eclíptica o camino aparente del Sol, traspasa uno de los dos puntos del Ecuador celeste en marzo, cero grado de Aries; y en septiembre, cero grado de Libra.

El equinoccio de Libra es el punto del Ecuador celeste donde el Sol pasa de norte a sur, trayendo la primavera austral y el otoño boreal; a la inversa, en el de Aires, el Sol traspasa el Ecuador de sur a norte, produciendo el otoño austral y la primavera boreal. Es exactamente en ese momento cuando la noche y el día tienen la misma duración; de allí en adelante, se irán acortando o prolongando.

En las zonas próximas al Ecuador, el día y la noche tendrán 12 horas cada uno; en consecuencia, el Sol aparecerá a las 6, justo sobre el punto cardinal Este, y desaparecerá a las 18, sobre el cardinal Oeste, lo que no ocurre en ningún otro momento del año.

Además, sus habitantes verán durante el equinoccio al Sol del mediodía sobre sus cabezas y sus cuerpos no proyectarán sombra.

Esto sucede porque la Tierra gira sobre sí misma con una inclinación de 23,44 grados respecto del eje de su plano orbital; si lo hiciese en forma perpendicular, en las zonas templadas no existirían el invierno ni el verano, y todo el tiempo sería primavera.

¿Se imaginan para siempre con rinitis alérgica, con cuadros endógenos indomables, con conductas suicidas galopantes, enamorándonos a primera vista en cada estación del metro?

 

Distinto es en los polos: en el equinoccio de septiembre, el Polo Sur pasa de tener una noche de 6 meses, a un día de 6 meses; y el Polo Norte, a la inversa: de un día de 6 meses pasa a una noche de 6 meses. (Seguro los que ya se pusieron románticos se acordaron de Los Amantes del Círculo Polar)

Los Mayas se dieron cuenta del cambio de estaciones y  registraron este fenómeno en el diseño y construcción de sus edificios, pudiendo observarse en aquellos que tienen una desviación de 17 grados hacia el norte astronómico. El más representativo de estos edificios, en el que pudieron conjugar sus conocimientos de astronomía, matemáticas, cronología, geometría y religión, es la piramide de Kukulkán o Castillo de Chichén Itzá, donde cada 21 de marzo se reúnen miles de personas provenientes de todo el mundo para atestiguar la grandeza de la herencia maya.

Es aquí donde se da la fusión del cielo y tierra, de ciencia y magia, en el que desde el inicio del equinoccio y desde la escalera norte del castillo, se produce una proyección serpentina de siete triángulos de luz invertidos, como resultado de la sombra de las nueve plataformas del edificio.

La visión es de una serpiente, el dios Kukulcán, la deidad más importante de los mayas, que desciende lentamente desde lo alto hasta la base de la pirámide. Esta visión dura aproximadamente de 30 a 40 minutos, siendo el momento que todos los ahí reunidos esperan para recibir la energía cósmica y cargarse de ella.

El evento es tan espectacular, que incluso la NASA lo transmite en vivo y directo para que el mundo entero pueda ser testigo de ese maravilloso fenómeno aqueológico-astronómico.

Ante la falta de genialidad cosmogónica de nuestra cultura “moderna” podemos hacer ritos más sencillos que celebren que el sol se nos acerque brindándonos fecundidad y abundancia.

Acá dos de ellos:

Para la buena suerte

Llena una maceta con tierra nueva, ponen semillas de trigo, enciende con un fósforo de madera un incienso, una vela blanca y otra verde, medita y ora a favor de ti mismo y de la humanidad y luego  échale agua. Dicen que cuando germina el trigo, los deseos se cumplen.

Limpia tu energía con flores blancas

La noche del 23, pon en un cuenco con agua  la siguiente mezcla de plantas y flores frescas:

Hierbabuena, margaritas blancas (mejor si las has recogido del campo), pétalos de rosa blanca, pétalos de clavel blanco

Por la mañana retira las flores y utiliza esa agua para lavarte, mientras piensas en todos los proyectos y objetivos que quieres cumplir. Sentirás cómo dejas atrás toda la carga de negatividad acumulada a lo largo del invierno.

 

Lee acá el mito griego sobre la primavera

 

 

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