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5 cosas que nos molestan de las torres de telefonía móvil

El urbanista Jonás Figueroa se pronuncia respecto a una antena ubicada en Cerrillos, una populosa comuna de Santiago de Chile

POR JONÁS FIGUEROA

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Hay un artefacto metálico, cruzado de conjeturas y también miradas desconfiadas, que se levanta con soberbia sobre el cielo turbio de un barrio de Santiago de Chile altamente afectado por los usos industriales y por la desidia de autoridades ministeriales y municipales. Barrio próximo al barro, sin veredas, calles rotas, a expensas de las inundaciones; con un gran descuido del espacio público, que por lo general permanece sucio y repleto de basura, a pesar de ser la fachada de bancos, industrias y reparticiones policiales. Barrio situado a metros del proyecto urbanístico estrella de la Concertación, que ha heredado el gobierno de la Alianza por Chile sin rechistar: el destruido aeropuerto de Cerrillos.

Sin quererlo, esta aberración es la prueba fehaciente que en temas urbanos, la izquierda y la derecha unidas jamás serán vencidas. En esta columna hablaremos puntualmente de esa torre, pero es evidente que la usamos como ejemplo de todas las torres. Escribimos sobre un barrio en particular, pero pensando en que en otros barrios, a lo largo de toda América Latina (y en general no los barrios más pudientes) pasan por lo mismo. Este testimonio se levanta como un puente que nos hace a todos vecinos, unidos no por la cercanía geográfica sino por una problemática en común.

En el barrio de nuestra historia comparten vecinos, 800 alumnas de un colegio cercano y viandantes. Como hemos dicho, en él se instala una torre de comunicaciones que violenta el ánimo y también la salud de los residentes. Violencia urbana provocada por la antena de telefonía celular de una empresa de telecomunicaciones mexicana situada en el camino Lo Errázuriz de la populosa comuna de Cerrillos, que incide en el minusvalor de sus propiedades y en el albur de que algún día, un sismo extremo derrumbe este artefacto a causa de haber sido diseñado para una carga que a través de los últimos cinco años ha sido multiplicada peligrosamente por dos o tres veces.

A pesar de los reclamos de los residentes del sector, a vista y paciencia de las autoridades, de uno y otro color político, más preocupados de la poltrona de sus despachos; más preocupados de sus propios intereses que de los que demandan los indignados contribuyentes que ven pacientemente como sus impuestos sirven para cualquier cosa, menos para mejorar su calidad de vida.

Razones hay muchas; razones que han sido expuestas desde el año 2007 hasta la fecha a autoridades ministeriales, a parlamentarios y a direcciones municipales, sin obtener una respuesta concreta; tal vez se encuentran a la espera de un desastre que, tal como ha sucedido en lamentables hechos recientes, justifique a partir de la pérdida de vidas humanas la intervención de estos problemas, a los muchos ejemplos acaecidos estos dos últimos años nos remitimos. Con ánimo reparador, los vecinos del sector de Lo Errazuriz de la Población Carabineros de Chile enumeran 5 situaciones que nos molestan de las torres de telefonía móvil, aunque “molestia” es un término demasiado suave para referirnos a algo que roza con la ilegalidad y la estulticia.

1. Peligro de caída debido al sobrepeso. Desde el año 2005 hasta hoy, esta torre metálica registra un peligroso aumento de peso que supera el límite de carga aconsejado por la resistencia de sus materiales y su diseño original. Si originalmente se levantó para manejar la señal de Telmex/Claro, ahora otras dos operadoras de telefonía móvil han subarrendado un espacio en la estructura, con el consiguiente sobrepeso causado por el aumento de antenas y de sus respectivas cablerías que superan largamente la carga de diseño. Cada nuevo equipo adosado a posteriori del diseño original puede caer sobre las casas aledañas. La estructura completa puede derrumbarse por un sismo de alta intensidad o por una ráfaga de viento de unos 50 Km/hr, con el consiguiente peligro para la vida de los vecinos del sector y con efectos perjudiciales para el patrimonio construido. Esta multiplicación de la carga, también incide peligrosamente en el aumento de los índices de radiación permitidas (435 microwatts / cm2). Actualmente, el peligro es mayor por el aumento de cablerías pertenecientes a una segunda empresa de telecomunicaciones que hace uso de la estructura, aumentando la carga de una torre ya de por sí resentida por los efectos del sismo de febrero 2010.

2. Radiación Electromagnética.  Las señales de radio con que interactúan las antenas de telefonía son similares a las que emite el mismo teléfono móvil (cuyas emisiones están normadas) pero multiplicadas por varios miles. Los efectos de la radiación electromagnética han sido largamente discutidos y los móviles son un invento tan reciente que no hay suficiente evidencia dura de qué consecuencias tendrá luego de 30 años de exposición reiterada. Por lo pronto resulta razonablemente preocupante plantearse que   no sólo afecta la salud de los vecinos del sector, sino también la de los trabajadores de las empresas que laboran en dichas instalaciones.  De existir las mentadas consecuencias, éstas tienen una mayor incidencia en la salud de la población infantil, formada mayoritariamente por las 800 alumnas de un colegio de religiosas situado a 150 metros de distancia, por ser sus organismos en formación, altamente sensibles a los efectos medioambientales.

3. Torre reduce valor de las propiedades. La presencia de una torre con antenas y emisión electromagnética tiene una incidencia negativa en la tasación comercial de las propiedades del sector, con una repercusión situada entre el 10 y el 20% de minusvalía del precio final. Esta apreciación ha sido entregada por profesionales tasadores.

4. Contaminación Acústica. La torre genera ruidos molestos y alarmas acústicas en horas nocturnas. Los ventiladores y demás equipos eléctricos de la torre, provocan ruidos molestos y persistentes en las horas nocturnas, impidiendo el necesario y conveniente descanso de los vecinos. Situación que se ha visto agravada por el sonido intenso y continuo de una alarma de la propia instalación que asola en horas intempestivas cada noche.

5. Terreno con presencia de roedores. Esta torre, a semejanza de otras, se emplaza en terrenos alquilados especialmente para este fin. Estos terrenos no reciben mantención adecuada en cuanto a limpieza y desmalezamiento. A menudo están a medio camino de convertirse en basural.  La falta de limpieza tanto al interior del sitio como en su franja pública, permite la presencia de ratas, que se propagan con facilidad a las viviendas vecinas con resultados indeseados para la salud pública.

Es una lástima que las empresas prefieran destinar sus recursos a campañas de márketing donde orondas figuras de la farándula local aseguran el respeto por el medio ambiente y la salud de los ciudadanos, en vez de gastarse el dinero en soluciones menos precarias que realmente pongan en práctica tal respeto.

Frente a todos estos datos altamente preocupantes, que niegan las bondades publicitarias, es necesario recurrir a la Superintendencia de Servicios Eléctricos y Comunicaciones, que ha otorgado el permiso de instalación de esta torre en este núcleo residencial, trayendo la barbarie a donde aún reina el desamparo. También, hacer un llamado a la autoridad municipal para que asuma el protagonismo que requieren los asuntos públicos y repare los daños en contra de la salud pública que a diario sufren los vecinos del sector provenientes de actividades industriales nocturnas, ruidos, malos olores, todos ellos coronados por los efectos electromagnéticos altamente perniciosos para niños y ancianos.

Antes, fueron los efectos de los elementos constructivos que contenían asbesto y que muchos negaron sus efectos negativos sobre la salud, hoy son aquellos provocados por las torres de comunicaciones, que por los antecedentes entregados, superan con creces los anteriores.

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