Las políticas de conservación de animales en peligro son muy variadas, ya que dependen de las necesidades de cada una de las especies. Prohibir su captura podría ser la más básica, o limitar el acceso humano a su zona de reproducción podría parecer bien, pero construir un útero artificial para que un animalito crezca, a mí personalmente me parece raro. En el libro distópico Un Mundo Feliz, de Aldous Huxley se relata un mundo en el que los hombres son incubados, y estoy seguro que si a alguien se le ocurre hacerlo en serio podría ser incluso arrestado.
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Lo que pasa es que los “tiburones nodriza” están en peligro de extinción, y a un grupo de científicos del Instituto de Pesca Port Stephens, en Inglaterra, se les ocurrió que una buena forma de proteger su integridad como especie es criarlos en útero artificiales. Estos úteros son en realidad acuarios con todas necesidades de un embrión de tiburón: tiene salidas de aire, filtros para bacterias, bombas, puntos de observación, sistemas de cambio de agua y es monitoreado con sensores.
El proceso de gestación de estos tiburones es muy particular, motivo por el cual les cuesta reproducirse y están en peligro. La hembra produce cerca de 40 embriones fertilizados, y los deposita en dos úteros distintos. Después de cerca de dos meses, la placenta se seca y los tiburoncitos empiezan a tener hambre, por lo que se comen unos a otros, hasta que finalmente nace sólo uno, el más fuerte de todos.
Como todo ese proceso es muy complicado, estos científicos se lo saltan y mantienen a un solo embrión por “útero”. Los embriones fertilizados los sacaron de un tiburón hembra que fue capturado en el mar, y que fue “eutanasiado”, por no decir asesinado. Pero bueno, aunque estos tiburoncitos no tengan el calorcito de su madre ni la natural batalla contra sus hermanos, hay gente tratando de que su especie no desaparezca, y eso claro que se agradece.
Vía wired.com