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Latinoamérica necesita hacer efectivo un mecanismo de intercambio y/o compensación

Uno de los desafíos más importantes es que las comunidades reciban beneficios importantes y directos de la explotación de sus hábitat, además de mitigación de su impacto. Un ejemplo es lo que se propone en Ecuador con el Parque Nacional Yasuni.

Este 2012, al cumplirse  dos décadas  desde la celebración de la Cumbre de la Tierra, nuestro continente  será  una vez más anfitrión en un nuevo intento organizado de incluir  la Crisis Ambiental como parte de la agenda política global.

Más allá de la organización de la Cumbre de Río+ 20, la pregunta cae en términos del efectivo rol de nuestro continente en el debate medioambiental, en los esfuerzos  desplegados por nuestros países. ¿Qué políticas concretas se han desarrollado en ese sentido? Y cómo podrían estas conjugarse con aquellas tareas históricas pendientes en cuanto a bienestar de nuestros pueblos, desarrollo económico, superación de la pobreza y estabilidad política.

La Iniciativa Yasuni ITT.  Propuesta de equidad ambiental global desde América Latina.

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“Yo no puedo decirle a una familia pobre, sin alternativas de ingreso, y que vive al lado de un bosque, que no lo corte. Para poder sostener el bosque en pie, se requiere que esa familia reciba beneficios directos por esa acción”.

En septiembre del 2007, en su primera presentación como presidente de la República de Ecuador ante la Asamblea General de Naciones Unidas, Rafael Correa decía que: “El Ecuador ha traído una propuesta concreta e innovadora para contribuir a la reducción de emisiones de CO2 y a la conservación de la biodiversidad con nuestro proyecto Yasuní-ITT”.

La propuesta consiste en el compromiso  de   mantener bajo tierra indefinidamente 846 millones de barriles de reservas probadas de crudo, que representan el 20% de la producción petrolera ecuatoriana, evitando la emisión de 407 millones de toneladas métricas de CO2 provenientes de la quema de aquellos combustibles fósiles.  Considerando, además, los efectos directos e indirectos de aquella extracción petrolera, como la deforestación, el metano originado en las zonas ocupadas, las secuelas de la  construcción e instalación de infraestructura, etc.

Para que aquel compromiso se haga efectivo, Ecuador pide a la comunidad internacional una compensación equivalente, a lo menos, al 50% de los ingresos que el país deja de percibir por la no explotación del petróleo mencionado. Recibiendo, de esta forma, aportes en dinero desde dos grandes fuentes: contribuciones voluntarias y transacciones referenciales ligadas al mercado de carbono, de las cuales, las mayores se esperan de parte de los países industrializados que se encuentran en el anexo 1 del protocolo de Kyoto, es decir que se establece una proporción entre PIB por país y aporte a la iniciativa.

La propuesta incluye una estructura que sostenga y haga efectivo este mecanismo de intercambio y/o compensación, del que son parte dos aparatos fundamentales. Primero, un fondo para este capital administrado por un fideicomiso internacional, cuyos términos de referencia ya han sido acordados y firmados  por el gobierno de Ecuador y el Programa Especial de Naciones Unidas para el desarrollo (PNUD). Institución que recibe y administra los fondos aportados por los contribuyentes, entregándolos al Estado ecuatoriano para su uso en proyectos determinados en el marco de ciertos objetivos estrictamente definidos, y que además tiene atribución de auditar aquellos dineros  y las posteriores acciones que sean desarrolladas con los mismos.

Segundo, los denominados Certificados de Garantía Yasuni (CGY). Documentos financieros  emitidos por el Estado ecuatoriano y entregados a los contribuyentes en garantía del cumplimiento del compromiso. Este “bono” no es transable, ni genera intereses, y será emitido a perpetuidad, haciéndose efectivo solamente si el Estado ecuatoriano ordenara la explotación del petróleo.  El valor de estos documentos corresponde a múltiplos de toneladas métricas de CO2.

Parque Nacional Yasuni

Declarado porla UNESCOcomo reserva mundial dela Biosferaen 1989, el Parque Nacional Yasuni es considerado uno de los lugares más biodiversos del planeta, su ubicación cercana a la línea equinoccial y a la cordillera de Los Andes genera condiciones climáticas únicas en el mundo y en la propia amazonía. Ejemplos de todo esto, es que este lugar fue de los denominados “refugios del Pleistoceno”, es decir, de los pocos lugares donde se concentró la fauna en ese periodo donde las glaciaciones enfriaron el clima planetario, provocando,  a partir de allí, una especialización y evolución diferenciada de nuevas especies.

Los científicos prevén que el alza de temperaturas producto del calentamiento global será comparativamente moderada  en esta zona, adquiriendo, entonces, una importancia crucial en la conservación de la actual flora y fauna.   La biodersidad  es tal,  que de entre sus 982.000 hectáreas, en una sola de ellas se han encontrado más especies nativas que en todo Estados Unidos y Canadá.

Más aun, aquí habitan dos grupos indígenas, los Tagaeri y los Taromenane, provenientes de la misma cultura ancestral, los Waorani, practicando y viviendo en un aislamiento voluntario de la cultura occidental. Ambos protegidos por la Constituciónecuatoriana, la cual establece que los territorios de los pueblos en aislamiento voluntario son “de posesión ancestral irreductible e intangible, y en ellos estará vedada todo tipo de actividad extractiva”.

Es decir, además  de la temática ambiental más contingente a partir de la reducción de las emisiones de carbono y el cambio climático, hay también en la propuesta Yasuni ITT un elemento patrimonial tangible e intangible: la protección de la biodiversidad y las especies en Ecuador  y la protección, apoyo y respeto, no solo a la herencia cultural, si no que a la propia vida de pueblos ancestrales que habitan en aquellos territorios.

Equidad ambiental como política internacional

Sin embargo, una mirada más aguda nos lleva a un nivel distinto de la iniciativa.  El inicio de una  estrategia encaminada a consolidar un nuevo modelo de desarrollo equitativo y sustentable para Ecuador. Al decir de Rafael Correa “Este es un primer paso para convertir a mi país de exportador de petróleo, en un país exportador de servicios ambientales, lo que podría inaugurar una nueva era en la política energética global”.

Aquí nos salimos de los estrictamente ecológico y ambientalista para plantear una lógica económica y política diferente.  Se trata de una búsqueda amplia por “superar patrones de producción y consumo depredadores”, para Rafael Correa: “esto inaugurará la justicia económica, promoverá nuevos mecanismos de redistribución de la riqueza en los patrones de producción y consumo y un verdadero cambio en la correlación de fuerzas a nivel mundial”.

Se busca modificar ciertas concepciones clásicas de la economía y el concepto de valor, donde, en el sistema de flujos de mercado el único valor transable es el valor de cambio, el precio. El proyecto Yasuní-ITT reconoce, en cambio, los valores de uso y servicio: “los valores no crematísticos de la seguridad ambiental y el mantenimiento de la diversidad planetaria”. En definitiva, “se trata de inaugurar una nueva lógica económica para el siglo XXI, donde se compense la generación de valor, no solamente la generación de mercancías”.

Con esta iniciativa el petróleo no deja de ser un recurso económico. Renunciar a la explotación tradicional de los hidrocarburos no implica ignorarlos. Lo que la propuesta Yasuni ITT hace, es  modificar  el medio de cambio y compensación al plantear que la generación de valor de la “preservación del medio ambiente” es mayor, o al menos más urgente, que la extracción y utilización del combustible fósil.

No se excluye el petróleo, si no que a través de la omisión de una acción, su extracción, a la que el Ecuador tiene plenos derechos,  se le hace parte  de aquel proceso de generación de valor,  de usos y servicios: maximización del bienestar social y la seguridad ambiental, reducción de emisiones de CO2, preservación de la vida y los recursos ambientales. Y  esa contaminación evitada, esa generación de valor global, que no se queda tan sólo en el Ecuador, es preciso compensarla.

La riqueza de esta propuesta, es que está en una lógica Norte – Sur, desde el Sur. Desde un país extractivista y monoproductor dependiente de la explotación de su recurso natural. Un país pobre de América Latina, con altos niveles de población bajo el índice de la pobreza,   y cuyo mercado comprador   sigue siendo fundamentalmente el Norte.

Se busca  una nueva lógica para el Siglo XXI, donde la protección ambiental sea efectivamente prioritaria, pero atacando las asimetrías internacionales,  desarrollando nuestros países y llevando bienestar a nuestros pueblos. El mundo necesita del aire de la amazonía de América Latina, y América Latina necesita desarrollarse, no queremos que se corten nuestros árboles, pero: “Yo no puedo decirle a una familia pobre, sin alternativas de ingreso, y que vive al lado de un bosque, que no lo corte. Para poder sostener el bosque en pie, se requiere que esa familia reciba beneficios directos por esa acción”.

Fuentes: 

 Intervención del Presidente dela República del Ecuador, Rafael Correa Delgado en la 16ª edición dela Conferencia de las Partes dela Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Realizada en Cancún en diciembre del 2010. 

 

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