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Un hombre que cambió su gris oficina por un verde vivero

La actividad productiva también puede “florecer” gracias a una huerta, un vivero, o un almácigo, sólo hay que tener las ganas y la perseverancia necesarias para lograrlo.

Jorge Restelli es un ciudadano argentino que estudió Economía Empresarial en una universidad privada, trabajó en una empresa de seguros, en una AFJP y administró una empresa de entretenimientos, barras y gastronomía. Hasta acá todo común y corriente y bastante gris. Pero a Jorge se le metió el diablo, o mejor dicho un hada verde, porque escapando de la pantalla del computador, comenzó hace unos 4 años a copiarle el estilo a su abuela.

Así es como comenzó con una pequeña huerta en su balcón, echando mano a las enredaderas. Luego fueron otras plantas, bastante especiales. Las carnívoras. Así una suerte de obsesión verde hizo que el asunto se colocara serio y entre más serio, más verde, y entre más verde, más entretenido y rentable se fue poniendo.

La cosa fue prosperando y armó un pequeño vivero online, con la ayuda de BioExt, una empresa de biotecnología vegetal creada por egresados de la Universidad Nacional de Quilmes. El emprendimiento fue la creación de nanoplantas que según Restelli “Son ejemplares muy pequeños que vienen envasados en frascos de vidrio (no llegan a los 10 centímetros de alto), algo así como invernáculos portátiles. No requieren de grandes cuidados y se puede transportar. Si hasta tienen un ganchito que permite usarlas como llavero o accesorio del celular”, pero no se asusten, no todo es violencia vegetal…“después se pueden pasar a una maceta para que crezca como cualquier planta.

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Este hombre no tiene límites, por lo que continúa con más sueños de este tipo. Ahora se encuentra focalizado en encontrar un lugar perfecto para el cultivo de plantas frutales exóticas. En Berazategui, un verdadero basural de caucho, encontró el lugar para recuperar con mucha paciencia y dedicación. Lo niveló y no solo eso, recicló lo que él estimó útil para ser convertido en una “obra de arte”.

Así es como se le dio vida a El Potro, un vivero que posee más de mil especies entre plantas autóctonas y exóticas, en las que se cuentan flores, cañas, arbustos, árboles, plantas acuáticas y, por supuesto, plantas carnívoras, las cuales han llenado de vida este lugar, que ahora es frecuentado por colibríes, zorzales, cardenales y aguiluchos.

¡Sí se puede!

Fuente: Verde que te quiere verde (El Clarín) 

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