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Cómo se resolvió el derrame del Golfo de México

Cuando la plataforma de perforación Deepwater Horizon explotó el 20 de abril de 2010, once trabajadores perdieron su vida y el pozo de Macondo comenzó a botar crudo por casi tres meses. Varios intentos por cerrar la fuga enseñaron al público lo difícil de la tarea que se debía hacer a 1.500 metros de profundidad.

Cuando la plataforma de perforación Deepwater Horizon explotó el 20 de abril de 2010, once trabajadores perdieron su vida y el pozo de Macondo comenzó a botar crudo por casi tres meses. Varios intentos por cerrar la fuga enseñaron al público lo difícil de la tarea que se debía hacer a 1.500 metros de profundidad.

Las diversas técnicas tenían particulares nombres si se considera la hazaña de ingeniería que representaban -top hat, top kill y junk shot. Uno a uno, todos fallaron en hacer el trabajo. Luego, el 15 de julio, una nueva tapa se colocaba sobre la parte superior de la cabeza del pozo dañada, con la ayuda del Gobierno de Estados Unidos. Ese fue el final de las imágenes que mostraban olas negras de petróleo disparado hacia la superficie.

Si bien esta descripción puede sonar como una operación sencilla, fue todo lo contrario. Una carrera loca y ciertas decisiones valiente sucedieron tras bambalinas. La historia de la ciencia e ingeniería que condujeron a este éxito se publicó esta semana en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.

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En junio de 2010, el gobierno estadounidense reunió a un “Equipo de integridad del pozo”, grupo de expertos encargados de ayudar a que finalizara el derrame de petróleo del Golfo de México. Tanto British Petroleum (BP) como los científicos del gobierno querían tapar el pozo, incluso si BP había trabajado en la perforación de un pozo de alivio que podía interceptar al pozo de Macondo y cerrarlo permanentemente.

La única cosa peor que petróleo saliendo de un agujero a 1.500 metros de profundidad sería crudo saliendo de un montón de agujeros a 1.500 metros bajo el mar, especialmente si se tiene en cuenta que esos agujeros extras no serían tuberías ordenadas con solo una forma de alimentación. Ese era el escenario que se temía de ocurrir un reventón subsuperficial al colocar la tapa.

Bajo la superficie, el pozo de Macondo contenía una serie de lo que esencialmente eran válvulas de emergencia de alivio de presión. Esas válvulas impiden un fallo catastrófico del pozo en caso de que la presión dentro o fuera sea muy alta. Cuando el “top kill” (bombeo de lodo pesado en el pozo con la esperanza de detener la fuga) falló, BP se preocupó de que las válvulas de alivio se abrieran, permitiendo al lodo bombeado escapar en lugar de bloquear el pozo.

Si el pozo se tapaba, la presión dentro aumentaría, y el aceite podría escapar a través de las aberturas. La presión eventualmente alcanzaría el punto en que fracturaría el sedimento alrededor del pozo, arrojando una miríada de flujos y trayectorias incontrolables hacia la superficie, un reventón subsuperficial.

El trabajo del equipo de expertos era monitorear el pozo luego de que fueran coronado por primera vez y quitar la tapa (una versión gigante de un sombrero de copa) antes de que una explosión subterránea ocurriera. Armados con simulaciones de cómo el pozo actuaría en diversas situaciones, los científicos observaron atentamente la presión dentro del pozo una vez que se puso la tapa. Si subía por sobre los 7.500 psi dentro de seis horas, se sabia que el pozo estaba intacto y lograría resistir. Si la presión era menor a los 6.000 psi el pozo estaba goteando y se debería abortar el trabajo para evitar una explosión.

Fuente: How an all-star team put an end to the Deepwater Horizon oil spill (Arstechnica)

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