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Geometría Solar

A lo largo de su historia el hombre ha observado el sol para realizar las construcciones más magníficas de la Tierra, muchas de ellas destinadas a lugares de culto. Raymond Montercy, ingeniero del CERN se ha dedicado a revisitar y recuperar estos conocimientos.

Desde los tiempos megalíticos, específicamente desde el neolítico medio, hay constancia del empleo de la geometría solar en las construcciones. Con más o menos precisión a lo largo de su historia, el hombre ha ido observando y utilizando las características locales del sol, la luna y los astros (posicionamientos, movimientos, ciclos, luminosidad, planetas, estrellas, la forma de las constelaciones) para localizar, proporcionar, medir, y orientar sus construcciones; casas, palacios, lugares públicos y lugares de culto
(sagrados). Esto le permitía religarse sutilmente con la Tierra, el universo y acceder a los ritmos vitales más profundos.

Si bien esta geometría se conoce como geometría solar, también es una geometría planetaria, lunar y estelar, pues los más avanzados no sólo se regían por los ritmos de la tierra, la luna y el sol, sino también por las estrellas. Por ejemplo, los egipcios trabajaban con Sothis o Sirio, los mayas con Venus, los chinos con la constelación del Dragón y los incas con las Pléyades y la Cruz del Sur, entre otras.

Prácticamente en todo el planeta hay indicios del uso de esta forma de geometría en las construcciones. Ejemplos de ello son el Cuadrilátero de Curcuno en Bretaña, al lado de Carnac (Francia), los templos Ciclópeos de Malta (Ggantija, Hagar Kim), templos, tumbas, casas y pirámides egipcias, templos griegos y romanos, la Ciudad Prohibida de los chinos y todas las catedrales de Europa (las románicas, góticas, etc.). En América también fue usada por los mayas, los toltecas, los incas y los aztecas.

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Los indios fueron probablemente unos de los grandes desarrolladores de esta geometría. Delhi y Bombay, por nombrar un par de ejemplos, fueron construidas bajo estos parámetros. El Vastu, doctrina hinduista, tiene mucho en común con la geometría solar. Los japoneses, por su parte, también trabajaban con esta herramienta.

Por ejemplo, en todos los templos sintoístas. Los principios del Feng Shui son los mismos, salvo que el Feng Shui que más se ha difundido en occidente es un Feng Shui de la forma, cuyos principios activos (bases solares) han sido obviados o difundidos con menor fuerza, siguiendo más un formato de recetas que el de un modelo de comprensión profunda. Los antiguos trabajaban con esos datos porque se habían dado cuenta que construir con esa geometría los religaba al cosmos, propiciaba el desarrollo de lo vivo y hacía que las construcciones fueran más armónicas y benéficas para la salud.

Los orígenes de la geometría solar se remontan a los primeros asentamientos de los pueblos agricultores. Una vez que dejan de ser nómades, comienzan a tener una observación más fina de la naturaleza, pueden observar el ciclo solar y darse cuenta que la sombra es un marcador del tiempo, una intermediaria entre el tiempo y el espacio que les permite orientarse y determinar ciertos hitos importantes dentro de los ciclos.

Los comienzos de la Geometría Solar 

Como necesitaban conocer los ciclos estacionales, los ciclos lunares, y en muchos casos los ciclos zodiacales para realizar una buena agricultura, crearon los primeros Gnómones o relojes solares y lunares. En Europa, esta geometría era conocida dentro de una élite(que algunos quisieron llamar iniciados) y se difundía en círculos muy herméticos. La Geometría Solar en Europa Les Compagnons, los gremios de constructores que construyeron todas las catedrales e iglesias de Europa, la manejaban.

Entre el siglo X al siglo XIII se construyeron casi todas las iglesias y catedrales en Europa y a partir de fines del XVIII, con el auge científico del siglo de las luces y la influencia de Napoleón, que quiso homogeneizar las medidas y extender el uso de “el metro” en
Francia e Inglaterra, el uso de la geometría solar comenzó a declinar. Hasta antes de eso, cada lugar tenía su propia medida para construir, determinada en base a la geometría solar del lugar, lo cual daba vida a una arquitectura viva, determinada por patrones naturales.

Por ejemplo, en España, en uno de los arcos de la entrada principal de la Catedral de Jaca, estaban marcadas las medidas con que se debía construir en el lugar y todos los habitantes se regían por ella, pero llegó un punto en que la construcción bajo los parámetros de la geometría solar dejó de ser interesante para los arquitectos, ya no se pedía y por lo tanto comenzó a desaparecer. Aún así, muchos curas mantuvieron esta enseñanza hasta fines del s XIX, en los seminarios, situación que se prolongó hasta justo después de la I Guerra Mundial.

Con la homogenización de las medidas esto dejó de existir y las construcciones se separaron de los ritmos y ciclos cósmicos y de la naturaleza propia de su lugar. Uno de los últimos constructores que utilizó esta geometría fue Gaudí. La planta de la Sagrada Familia está hecha con esos criterios. Raymond Montercy, ingeniero en el CERN de Ginebra ha sido una de las personas que se han interesado por recuperar estos conocimientos en nuestros tiempos. Luego de haber recibido la herencia espiritual de Les Compagnons a través de Raoul Vergez (decano de Les Compagnons), quien le pasó todos sus escritos antes de morir, se ha dedicado a seguir profundizando y difundiendo este arte.

Al rescate de la Geometría Solar

Si bien hasta hace poco tiempo la enseñanza de la geometría solar se caracterizaba por cierto hermetismo, Raymond decide romper con esta tradición y abrir este conocimiento. Una de las personas que Raymond ha formado y que lo ha acompañado en este proceso de apertura es Dominique Susani. Para ellos, no era normal que una elite solamente pudiera acceder a esos conocimientos, dado que todo el mundo tiene el derecho de tener una casa bien construida y acceder al conocimiento. Éticamente era necesario abrirlo. Y ojo que al hablar de una casa bien construida, no se refieren únicamente a sus materiales y la durabilidad de éstos, sino a su calidad energética.

Es por ello que juntos se han dedicado a hacer accesibles estos conocimientos, desde una perspectiva teórica y práctica. Para ellos, lo único que necesita alguien que quiera iniciarse en esto son conocimientos básicos de matemáticas y geometría. El resto es desarrollo de la sensibilidad y la capacidad de despertar nuestra memoria (de re-cordar, pues según Susani, éstos son conocimientos que forman parte nuestra). Dominique, a diferencia la una corriente místico religiosa que llama a este tipo de geometría “Geometría Sagrada” (corriente que nace en Inglaterra y que le da este nombre porque se utilizaba para construir iglesias y lugares de culto), prefiere llamarla “Geometría Natural”, porque es una geometría que está relacionada con los ritmos de la naturaleza y no es ni debería ser exclusiva de los lugares de culto. En España, por ejemplo, en el siglo XI, había casas de campesinos que estaban construidas con esta geometría. Para Dominique lo sagrado no debería limitarse al culto, sino a toda forma de vida.

Geometría solar y calidad de vida

Lo interesante de esta geometría es que crea espacios armónicos que permiten a las personas, animales y plantas desarrollarse de una forma saludable, por lo que no sólo es aplicable a las construcciones destinadas a humanos, sino también a la agricultura, ganadería, piscicultura, etc. Cada “medida” es una “frecuencia”. La frecuencia puede ser de buena o de mala calidad. Hay estructuras geométricas que propician salud y permiten relajarse, como por ejemplo la 3, 4, 5, que es una proporción de 3 x4, que es empleada por los tibetanos y muchas otras culturas para relajar. Esta es una proporción anti stress, pero dependiendo de la latitud, la medida cambia, lo cual hace que la geometría sea más o menos anti stress. Pero así como hay medidas y proporciones que armonizan, las hay que desarmonizan o estresan, es por eso que la recuperación de estos conocimientos es tan importante.

Antiguamente un maestro de obra elegía el lugar para la construcción luego de un gran conocimiento del lugar. El Maestro de obra visitaba el lugar para el solsticio de verano y marcaba en el centro de la futura construcción el ángulo de salida del sol. A partir de ahí,
conociendo los 4 orientes, se definía el ritmo solar del lugar; solsticios y equinoccios. También las salidas y puestas de la luna en sus máximos y mínimos: todo un circuito. Todas estas mediciones se hacían in situ y podían llegar a tomar varios años. Si había nubes, tocaba hacer la visita dentro de un año más. Los constructores del Templo de Dídimo, por ejemplo, tardaron 18 años antes de llegar construir. Hoy, ningún arquitecto se permite eso. Es por ello que tanto Raymond Montercy, como Dominique Susani han adaptado estos conocimientos a nuestros tiempos. Hoy basta con tener la latitud del lugar, ciertas mediciones y luego, mediante un programa computacional se pueden obtener aquellos datos que antes requerían de una larga espera y paciencia.

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