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Océano Austral pierde capacidad de absorción de gases de efecto invernado

Ningún trozo de tierra intercepta los 60º de latitud Sur. En su lugar, este paralelo marca el límite norte del Océano Austral.

En este océano que rodea a la Antártica los vientos son rápidos y constantemente agitan las aguas, con lo que el lugar se ha ganado el apodo de “los gritones ’60s”.

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El papel del Océano Austral en los presupuestos de carbono es más favorable: sus aguas se encargan de un 50% de dióxido de carbono (CO2) atmosférico emitido por las actividades humanas, en gran parte gracias a una pequeña bomba biológica llamada fitoplancton. Estos organismos fotosintéticos, que florecen en la aguas ricas en nutrientes, absorben CO2 desde la atmósfera, el cual, cuando las criaturas mueren, queda atrapado en el fondo marino durante ciento o incluso miles de años. A esto ayuda bastante que el CO2 es más soluble en aguas frías y que los vientos, al agitar las aguas, facilitan la mezcla de aguas superficiales, lo que permite que los gases sean capturados de manera más fácil.

Hay indicios, sin embargo, de que la capacidad del océano para retener CO2 atmosférico ha ido disminuyendo en las últimas décadas, señala el científico Samuel Jaccard del ETH Zurich en Suiza. Por una parte, el carbono no se está quedando hundido. Incluso cuando el fitoplancton logra capturar nuevo carbono, el surgimiento de corrientes profundas perturba el fondo marino y traen a la superficie el carbono que estaba secuestrado, el que se intercambia con el atmosférico. Mientras tanto, el agujero en la capa de ozono ha fortalecido los vientos en la región, obstaculizando aún más la captura de CO2.

Para obtener pistas sobre el futuro, los científicos del clima miran los últimos ciclos glaciales – interglaciales. Los investigadores poseen un registro del CO2 atmosférico que se remonta a millones de años atrás gracias a los núcleos de hielo de la Antártica y las burbujas de gas con aire antiguo atrapadas en su interior. La otra mitad de la información, es decir lo que sucedió en los océanos durante ese tiempo, cuenta con un registro que le limita a unos 20.000 años atrás, para el ultimo ciclo glacial. Los registros de sedimentos oceánicos, que contienen evidencia de carbono y nutrientes, son otra forma de reconstruir la historia.

Datos anteriores de sedimentos del fondo marino sugieren que, mientras el planeta entraba en el último período glacial, menos carbono llegaba a los sedimentos oceánicos del Océano Antártico, coincidiendo con la disminución de CO2 atmosférico. Durante los períodos fríos, el aumento de la cubierta de hielo marino mantuvo los gases atrapados en el océano -y las condiciones secas y polvorientas para el hierro que tanto requería el fitoplancton en la parte subantártica del Océano Austral.

Lo que ocurre ahora, cuando el planeta se mueve hacia un período cálido, no está muy claro. Un artículo de 2009 publicado en Science encontró que el afloramiento en el Océano Austral aumentó a medida que la ultima Edad de Hielo pasaba, de manera correlacionada con el rápido aumento del CO2 en la atmósfera.

Ahora, mediante el uso de dos núcleos recogidos en dos lugares del Ocean Drilling Program, Jaccard y colegas han reconstruido los registros oceánicos de productividad y vuelco vertical hasta remontarse a millones de años, a través de múltiples ciclos glaciales – interglaciales. El rápido aumento de CO2 mientras el mundo experimenta un período de transición “glacial a interglacial” parece ser una cosas bastante natural, concluyeron.

“Había mayor cantidad relativa de dióxido de carbono emitido desde las profundidades del océano y liberado a la atmósfera a medida que el clima era más cálido”, dijo Jaccard. “El hundimiento de CO2 en el Océano Austral fue menos efectivo”, agregó.

A medida que el planeta avanza a nuevos períodos glaciares, por otro lado, el CO2 atmosférico disminuye. Esto ocurrió en dos pasos:

  1. La zona antártica del Océano Austral sufrió una reducción del afloramiento impulsada por los vientos y la mezcla vertical de las aguas que sacó carbono del fondo y lo llevó a aguas superficiales.
  2. 50.000 años más tarde, el dióxido de carbono atmosférico bajo nuevamente. Esta disminución se vincula con el florecimiento de fitoplancton en la zona subantártica -algo más al norte-, fenómeno impulsado por la afluencia de hierro transportado por los vientos polvorientos.

Los nuevos hallazgos pueden suponer una nueva etapa en los modelos y simulaciones que intentan adelantarse al cambio climático y sus efectos en el planeta.

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