El otro día estaba caminando por la Plaza de Armas de Santiago, donde me iba a encontrar con una amiga. Como siempre, el lugar estaba lleno de palomas que caminaban de un lado para otro. Cuando vi a mi amiga, levanté la mano para que me encontrara, y una paloma pasó volando y casi me la saca. Entonces pensé ¿en qué momento se perdió el respeto paloma-humano? Pero ahora que reflexiono un poco más, las palomas solamente están sobreviviendo, al igual que tantos otros animales que están obligados a convivir con los humanos en las ciudades.
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Si vemos en todo el mundo, una gran variedad de animales han tenido que cambiar sus hábitos al entrar a la ajetreada vida urbana. Las palomas son un claro ejemplo. Comen lo que sea, e incluso a veces se acercan al hombre para “pedirle” un poco de su comida, y logran distinguir a aquellas que les dan de comer. También están las gaviotas, que pasaron de vivir en el mar, a vivir en basurales. Otros animales son más audaces, como los mapaches, que registran la basura de las casas para encontrar algo de comida, igual que los perros callejeros. Otros, como el coyote y el oso negro, cambian su horario de actividad para evitar el contacto con humanos.
El ruido de las ciudades también han provocado cambios. Algunos pájaros aumentan la frecuencia de su canto y su duración para evitar que el sonido interfiera con el ruido, que suele ser de frecuencia baja.
Los animales también se acostumbran y aprovechan las bondades de la ciudad. En Rusia, por ejemplo, hay perros callejeros que usan el metro para llegar al centro de Moscú, donde les es más fácil alimentarse, y casi nunca se equivocan al bajarse de estación. Además, los perros ya saben cruzar con el semáforo en verde (algo que a muchas personas les falta aprender).
Ahora, respondiendo a la pregunta que planteo en el título, los animales no son los invasores, ya que ellos solamente buscan un lugar donde vivir, igual que nosotros. Pero el hombre tampoco es el invasor. Que no sepamos vivir sin matar a la madre Tierra, no quiere decir que tampoco tengamos derecho a tener un lugar para desarrollarnos. Sólo tenemos que aprender a vivir en armonía con lo que nos rodea y sostiene.
Si tantos animales se han visto obligados a vivir con nosotros en los suburbios, debemos tratarlos como nuestros vecinos, sin hacerles daño, y cuidando el medio en el que nos movemos, sin botar basura al piso, ni siquiera las colillas de cigarro. Porque, al final todos debemos convivir como buenos vecinos en la urbe.
Links
- Gorriones norteamericanos evolucionan en hábitats urbanos
- Tener gallinas en medio de la metrópoli
- Naturaleza, fauna y contaminación se mezclan en las obras surrealistas de Josh Keyes
Fuente: Los inteligentes perros callejeros de Moscú (viajan en metro al centro para cazar incautos)