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El eterno viaje de las aves playeras

Pueden llegar a viajar 32.000 kilómetros por año buscando comida y un lugar donde reproducirse.

Hay muchas aves que parece que vivieran en una constante carrera con el clima, que persiguieran el verano. Y bueno, es verdad. Hay unas especies de aves que se les llama “aves playeras”, que viven cerca de las playas (de ahí su nombre), anidan en el ártico y pueden formar las bandadas más grandes de aves migratorias.

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Cada primavera y otoño, miles de aves playeras emigran todas juntas formando como un gran enjambre. En el mes de junio, se encuentran en el ártico, ya que allí el sol no se pone y pueden incubar sus huevos y tienen el doble de tiempo para abastecerse de energía para su próximo viaje.

Estas aves no tienen un hogar fijo, ya que su casa está donde esté la comida, y llegan a viajar 32.000 kilómetros por año, todo para poder vivir en un eterno verano.

De las aves playeras migratorias, la que más vuela sin parar es la Limosa lapponica (o aguja colipinta), que viaja más de 9.700 kilómetros sin parar para reproducirse. Le sigue muy de cerca el Calidris canutus (o playero rojizo), que vuela todas las primaveras desde Brasil hasta Delaware sin parar. Según un científico, en 13 años esta ave recorre la misma distancia que hay de la Tierra a la luna.

Para estas aves, es importante recargarse antes de partir el viaje, y llegan a subir hasta un 180% de su peso normal en 3 semanas. Si suben más, no pueden remontar el vuelo. Para reducir el peso hasta lograr el peso de vuelo, reducen el tamaño de sus órganos y reabsorben partes de su intestino. Al final del viaje, no más de un 8% sobrevive para volver a reproducirse al año siguiente.

Fuente: La Maratón Migratoria

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