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Los asientos vacíos en el transporte público

¿Un asiento vacío en el transporte público es bueno o malo? Depende del lado de quién te encuentres.

Hay muchos viajes en los cuales las unidades van casi vacías, con muchos asientos vacíos. Cuando esto sucede es el paraíso, tienes la oportunidad de viajar a tus anchas, sin tener que hacer contacto con desconocidos; pero como tiene un lado malo, esto da como resultado desperdicio de combustible y por lo tanto contaminación.

¿Cómo solucionar la ineficiencia del transporte público? ¿Reduciendo la frecuencia de las unidades, o simplemente sacando algunos de circulación? Si hay asientos vacíos en horas no tan concurridas es porque sobran unidades, y una ciudad con transporte público en exceso es una ciudad intensiva en uso de energía, contaminante, improductiva.

¿Y si quitáramos algunas unidades? La cuestión es, tomar este tipo de medidas nos ahorrarían muchos recursos económicos, y nos ayudarían a reducir la contaminación y las emisiones de gases de efecto invernadero. También harán que nuestros viajes sean más incómodos, y que tengamos que esperar más en el paradero.

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Dedido a esto mucha gente se vería en la penosa necesidad de abandonar el sistema de transporte público. Algunos empezarán a pedalear, otros –la mayoría- se cambiarían al automóvil particular. Y este último sería el peor de todos los escenarios: habría más congestión que con los buses vacíos, afectando además la fuente de ingresos del sistema de transporte público, lo que puede repercutir negativamente en la ya deficiente calidad del servicio.

Ahora, la otra cara de la moneda: para garantizar al usuario el estándar mínimo de comodidad en el viaje (que siempre hayan asientos disponibles) significaría la necesidad de enormes subsidios para cubrir un estándar que las tarifas bajas no pueden pagar. Asientos vacíos con tarifas bajas y sin subsidio generalmente son sinónimo de buses que se caen a pedazos, sin luces y con llantas lisas, choferes jugando carreras por los pasajeros (sí, justo como sucede ahora).

El promedio de ocupación de los automóviles privados es de 1.3 pasajeros. Usualmente no se ocupa más del 20 por ciento de la capacidad de sus asientos. Por ejemplo, en Chile, 41 por ciento de los viajes en auto recorre menos de 5 kilómetros.

Casi el 90 por ciento de la energía que consumen se utiliza solo para mover el peso propio del vehículo y los coches ocupan el 80 por ciento de la superficie de circulación. Nadie ve un modelo ineficiente en ello.

El transporte público de calidad necesita grandes subsidios y claro, una mejor organización. Porque algo que puede ser bueno para la economía o para el ambiente, puede ser fatal para los usuarios. Se debe encontrar un punto de equilibrio y tratar de seguirlo. ¿Tú qué crees que sea mejor? ¿Seguir teniendo asientos vacíos o tener la cantidad justa de unidades para reducir el impacto ambiental?

Fuente: Ciudad Pedestre

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