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Día Mundial Sin Carne: vivir sin carne, vivir sin violencia

Una reflexión sobre el Día Mundial Sin Carne, el vegetarianismo y la producción industrializada de alimentos.

En 1985, Farm Animal Reform Movement (FARM) comenzó un movimiento que va ganando más adeptos con el paso del tiempo. Ya son 29 años desde que se celebró el primer Día Mundial Sin Carne y, aunque todavía nos tachan de asesinos de plantas, la realidad es que el movimiento vegetariano/vegano va tomando más fuerza.

¿Por qué llevar una vida sin carne?, ¿por qué eres vegetariano?, ¿por qué eres vegano? Son preguntas que enfrentamos casi a diario. En mi caso, por ejemplo, la mayoría que me conoce salta a la conclusión de que lo hago por los animalitos, por creencias religiosas. Curiosamente, mi respuesta va a otro lado.

Cuando FARM lanzó el Día Mundial Sin Carne su objetivo era:

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ayudar a las personas a involucrarse en una dieta libre de crueldad y sin violencia, expondiendo al público las bondades y beneficios de una dieta basada en vegetales, mientras se promueven alternativas a la carne y los lácteos.

Una dieta libre de crueldad, libre de violencia. Por desgracia, en este mundo industrializado, este concepto está muy lejano de serlo. Las grandes empresas nos venden la idea de que su ganado vive en las mejores instalaciones, con espacios anti-estrés, con respeto y cuidados. En cambio, la realidad es distinta.

La industrialización de los alimentos —específicamente de la carne— ha enfermado al planeta, ha enfermado a la humanidad.

  1. Para producir 1 kilo de bistec se requiere 15.500 litros de agua.
  2. En 1990, el ganado estadounidense consumía el 70% del grano producido en el país; en la Unión Europea, el 57%; en Brasil el 55%; en promedio un 50% a nivel global de la producción de grano es destinada a forraje.
  3. El Consejo Mundial de la Alimentación calculó que dedicar entre el 10% y el 15% del grano que actualmente se destina para alimentar ganado, cubriría las necesidades calóricas de la quinta parte de la población que no tiene alimentos suficientes.
  4. Para obtener 1 kilo de proteína de origen animal, se invierte entre 3 y 20 kilos de proteína de origen vegetal —dependiendo del ganado de crianza.
  5. En las granjas industriales, los animales son maltratados y violentados desde el momento que llegan hasta el momento que son procesados.
  6. A las gallinas y los pollos se les corta el pico con una navaja caliente; a los cerdos se les corta la cola y los dientes; a las reses y los cerdos se les castra.
  7. Todos estos animales reciben inyecciones periódicas de antibióticos y hormonas, para que los animales crezcan rápido. Esto se traduce a enfermedades, fallas cardíacas, sobrepeso en los animales. En los humanos, un claro ejemplo es la carne con clembuterol.
  8. Los efectos de las hormonas en la carne se ve reflejado en la población, en especial en las niñas que actualmente entran a la pubertad y tienen su periodo menstrual a temprana edad comparadas con a las niñas de hace un siglo.
  9. Reducir el consumo de carne reduce el riesgo de ataques cardíacos, cáncer y otras enfermedades degenerativas y crónicas.

Estos datos, y otros más, nos han hecho abrir los ojos ante la situación que se vive en las granjas industrializadas y los efectos de los alimentos que consumimos. Está bien portar la bandera de igualdad animal, ya que todos somos seres vivos, que sentimos el dolor. Pero, ante la resistencia, siempre hay que tener en mente expresarnos con amor y compasión — no con groserías, ni más violencia.

Siendo vegetariana me han llamado “asesina de vegetales”. Otros me podrán decir que la producción de orgánicos está afectando al planeta. En lo personal, lo que creo desde el fondo de mi corazón, es que llegó el momento de darnos cuenta lo que estamos haciendo con nuestro planeta, con los seres que comparten con nosotros y tomar acción de manera consciente. Por un consumo responsable, local y respetuoso del ambiente.

Se que no todos son candidatos a llevar una vida completamente sin carne, sin embargo, estas personas tienen la posibilidad de buscar una alternativa de consumo. En lugar de elegir carne de esas grandes compañías, puedes encontrar productos hechos con todo el respeto al animal.

Seamos o no vegetarianos, tenemos el derecho de saber qué es lo que comemos y cuál es el proceso que hay detrás de su producción, para poder elegir de acuerdo a nuestras creencias y principios. Ante todo siempre dar gracias por los alimentos que tenemos en nuestro plato, por todas las personas que lo hacen posible —esperemos, que sea sin explotación, de ningún tipo—. ¡Feliz Día Mundial Sin Carne!

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