En su reunión 65 del cuerpo de conservación mundial de las ballenas llevada a cabo en Eslovenia, la Comisión Ballenera Internacional (CBI) votó en contra de que Japón reanude la caza de ballenas en la Antártida en 2015 con 35 votos a favor y 20 en contra de la petición de Nueva Zelanda, pero los japoneses dijeron que no acatarán esta resolución.
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La ONU, por otro lado, acuerda que la “caza científica” es lícita bajo condiciones muy estrictas. Así que aún con el desacuerdo de la CBI, Japón lanzará un nuevo programa de “investigación” que le permitirá reanudar la cacería de ballenas para el próximo año a través de un plan que promete cumplir con todas las reglas que vayan de acuerdo a su derecho internacional de cazar con fines científicos.
La CBI prohibió la cacería comercial de ballenas desde 1986 pero permite la cacería de ballenas en algunos lugares del mundo para subsistencia como parte de la cultura de algunos pueblos. Japón lleva varios años disfrazado esta matanza de investigación científica para la comercialización de carne de ballena aprovechando que la caza de ballenas es lícita sólo con fines científicos.
Ya que la resolución para la cacería de ballenas de la CBI no es obligatoria, el nuevo programa de “investigaciones científicas” no aprobado en la Antártida será vigilado muy de cerca. Es incongruente que Japón pretenda avanzar en la conservación de las ballenas si ese es su fin científico, a través de la caza de cientos de ejemplares de ballenas. Lo más lógico sería que acaten la decisión de la CBI.
Por lo pronto, Japón la tendrá difícil para justificar su proyecto de matanza que deberá presentar a finales de este año y que será evaluado por el comité científico de la CBI a principios del próximo. Es muy triste que una civilización regida por principios tan fuertes como el honor, el deber y el equilibrio con la naturaleza siga empeñada en encontrar justificación para continuar una masacre.