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Los parásitos de los gatos podrían generar ataques de ira en humanos

Un estudio concluyó que la Toxoplasma gondii está asociado con la agresividad, impulsividad y los desórdenes de personalidad en los humanos.

Los gatos se han convertido en las mascotas preferidas, aunque también – como todo animal – tiene sus cuidados. Quizás lo que más preocupa a sus dueños es la llamada Toxoplasma gondii, un parásito que ha infectado a casi un tercio de la población mundial.

Si bien en general no se presentan síntomas debido al sistema inmune del ser humano, se han constatado casos en donde este parásito puede vivir silenciosamente en diferentes órganos del cuerpo, como el tejido cerebral y en los globos oculares.

Por otra parte, los médicos recomiendan a las embarazadas a estar en contacto con estos animales ya que el parásito puede provocar infecciones que pueden dañar al feto, si está en contacto con las heces del gato.

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Sin embargo, la preocupación se ha ampliado en el último tiempo puesto que se han realizado varias investigaciones que indican que el parásito puede causar cambios en el comportamiento del portador asociados con la agresividad, la impulsividad y los desórdenes de personalidad, según detalla el medio BBC.

Un equipo de investigadores de la Universidad de Chicago en Estados Unidos ha publicado un estudio que vincula la toxoplasmosis con el trastorno explosivo intermitente (TIE), una dolencia que se caracteriza por frecuentes ataques de ira.

La investigación publicada en el Journal of Clinical Psychiatry, analizaron a 358 personas adultas y vieron que las infectadas con la Toxoplasma gondii tenían el doble de probabilidades de sufrir TEI que las personas sanas. Además, tenían un temperamento más agresivo.

Emil Coccaro, de la Universidad de Chicago, indicó al medio inglés que el parásito actúa en el cerebro y por esto hay un aumento de agresividad:

Nuestro trabajo sugiere que la infección latente del parásito Toxoplasma gondii puede cambiar la química del cerebro de manera tal que incrementa el riesgo de comportamiento agresivo.

Si embargo, este no ha sido el único estudio que ha confirmado esta relación entre el parásito y las enfermedades mentales. Según informa el medio El País, los investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins trataron de averiguar si el contacto con gatos durante la infancia era más común entre niños que después desarrollaron una enfermedad mental grave, en donde se confirmó esta hipótesis.

Otras revisiones, como una publicada por un equipo internacional de científicos en la revista Acta Psychiatrica Scandinavica el año pasado, mostraba que una persona infectada con el parásito tenía el doble de probabilidades de desarrollar esquizofrenia.

Un parásito que se puede evitar

La existencia de este parásito no debe ser de preocupación para quienes son aficionados a los gatos, puesto que se infectan únicamente si comen ratones con quistes de estos parásitos en sus tejidos.

Los gatos son los portadores finales del parásito, que reside en sus intestinos y produce ooquistes – una forma latente del parásito- que son expulsados a través de sus heces. No obstante, estos ooquistes pueden sobrevivir en el ambiente durante meses.

Si son ingeridos, los esporozoos que se han desarrollado dentro de los ooquistes pueden infectar a la mayoría de los animales de sangre caliente, incluyendo cerdos, ovejas y vacas. Una vez dentro de estos organismos, se multiplican y se extienden por el cuerpo, formando quistes en el cerebro y el tejido muscular.

En cuanto al contagio al ser humano, hay diversas maneras de quedar infectados de Toxoplasma gondii. Una de ellas es no tener una adecuada higiene cuando se tiene un gato como mascota, principalmente cuando se retiran las heces de las cajas de arena.

También el ser humano se puede contagiar a través del consumo de carnes contaminadas crudas o poco cocidas, ingestión accidental de ooquistes por contacto con gatos, agua o tierra contaminada, y la transmisión en el útero de madre al feto si la progenitora contrae la enfermedad por primera vez durante el embarazo.

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