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Santiago+B: Empoderar a los habitantes para potenciar la ciudad y resolver sus problemas

La plataforma lanzó su piloto en la capital de Chile y al mismo tiempo se desarrollará en Medellín y Mendoza: “Todos somos los que hacemos que los procesos avancen, no es el Estado el que tiene que solucionar todo”

Según los últimos datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), Chile es el país más desigual de los 36 miembros que la constituyen.

No se trata de un secreto ni mucho menos, basta con recorrer la Región Metropolitana y a través de su geografía comprobar que incluso entre las mismas comunas las diferencias son evidentes.

En un intento por mejorar la calidad de vida de las comunidades nació la iniciativa Ciudades +B, de Sistema B, una organización que busca centrar la economía en las personas, presente en toda Latinoamérica.

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La primera versión se ejecutó en Río de Janeiro, Brasil, con Río+B; hace un par de semanas se lanzó en Santiago+B, en Chile, en cuyo lanzamiento se sumaron 30 colaboradores. Pronto que se llevará a cabo en Medellín y Mendoza.

En asociación con  Santiago Humano y Resiliente, de la Intendencia Metropolitana, comenzó a implementarse Santiago +B en octubre de 2017, con el objetivo de cambiar el modo en que el sector civil, las empresas y el ámbito público, se relacionan con la ciudad. El proyecto durará dos años y cubre 6 ámbitos: movilidad urbana, medio ambiente, desarrollo económico, seguridad, gestión de riesgo y equidad social.

Conversamos con María José Ramírez, directora de Santiago +B, para conocer más acerca de esta plataforma, quien realizó un llamado a la participación de la ciudadanía. “La única manera de que se involucren los ciudadanos, es que se sientan parte del problema, así también se sentirán parte de la solución”, dijo.

-¿En qué consiste el proyecto? ¿Cómo se formó la unión con la Intendencia Metropolitana?

Con Santiago+B queremos invitar a los actores involucrados, a quienes provengan de la sociedad civil y del mundo de las empresas para movilicemos soluciones a problemas reales de Santiago. Todo el trabajo que estamos haciendo es en alianza con el plan Santiago Humano y Resiliente, de la Intendencia Metropolitana, y que nos da el horizonte temático. A través del programa de la Intendencia definimos los 6 ámbitos en los que tenemos una deuda con nuestra ciudad y eso nos entrega un foco claro para orientar las soluciones. Lo que buscamos es impulsarlas en cualquiera de esos 6 ámbitos y que se traduzcan en un impacto de corto plazo, que se pueda escalar y que sea tangible para los habitantes.

-¿De qué manera pueden participar las empresas en esta iniciativa?

A mí parecer últimamente algunas empresas están tomando consciencia de que deben ser rentables pero no a costa ni del medio ambiente, ni de la sociedad. Sin embargo, muchas veces los cambios se producen cuando se modifica la regulación, porque la ley exige ciertas cosas a las empresas y ahí recién actúan. Lo que quiere Santiago+B es sensibilizar a muchos actores del mundo privado que no han sido demasiado exigidos por parte de la regulación, también a pymes que no necesariamente están familiarizadas con esta visión. Contamos con un programa a través del que ayudaremos a estos agentes a tomar consciencia de sus impactos positivos y negativos, ambientales y sociales, en un proceso de acompañamiento que dura alrededor de 6 meses en mentorías a fin de mejorar su modelo de negocio, volverlo virtuoso con el medio ambiente y la sociedad.

-¿Cómo se medirá la efectividad de esta intervención?

El proyecto cuenta con la Medición de Impacto B, una herramienta gratuita, online,  que se utiliza en más de 50 países. Por medio de esta herramienta se podrá evaluar la gobernanza, la relación con los trabajadores, el medio ambiente, la comunidad y el modelo de negocios de cada empresa que participe. De este modo podremos saber cuáles son sus impactos positivos y negativos. Esperamos que participen más de 200 pymes en este programa de acompañamiento y fortalecimiento de capacidades y ayudarlos a que impacten de manera positiva nuestra sociedad.

-¿Cómo fue la experiencia de Río+B?

Recién terminó Río+B y más de 100 empresas midieron su impacto. La experiencia allá fue muy positiva y los resultados fueron bastante exitosos. Ellos tienen sistematizado y es bien transparente, se puede revisar en su propio sitio web. Nuestra idea es absorber todos los factores de éxito que tuvo Río+B y también gestionar el aprendizaje de tal manera que podamos volver más robusto al programa aplicado en Santiago.

-En el caso de Chile, Santiago es la capital, pero este programa también podría llevarse a otras ciudades como Concepción, por ejemplo ¿Cómo fue el proceso de selección?

Este proyecto está pensado como un piloto, es una primera experiencia, pero eso no quiere decir que no pueda continuar con esto a lo largo de Chile posteriormente. Como toda primera experiencia Santiago+B funciona como un encuandre territorial y también tenemos un tiempo acotado, dos años no es mucho, pero en cierto modo nos pone metas para trabajar en soluciones concretas, nos pone un sentido de urgencia.

-¿Por qué Santiago? 

Desde que la Intendencia comenzó a mirar Santiago como un personaje en sí mismo, levantó estudios con universidades e intentó descifrar dónde están las principales debilidades de la ciudad, esos aspectos que nos vuelven más vulnerables, y así determinaron los 6 factores en los que vamos a trabajar. En paralelo, a través de Sistema B, con el proyecto Ciudades+B, nos dimos cuenta de que la Intendencia estaba en la misma sintonía y finalmente terminamos en una alianza con el plan Santiago Humano y Resiliente, éste nos dio la bajada, la carne, para entender la vulnerabilidad de Santiago. Estamos muy lejos de resaltar la centralización, lo que queremos es agregar valor a esta región y creo que todos tenemos que hacer un esfuerzo por mejorar esta gran ciudad y por supuesto que nos encantaría llevar este programa a otros lugares de Chile.

-¿Crees que estas tareas las podría resolver el Estado por sí solo?

Llevamos décadas y hablando de que es el Estado el que tiene que hacerse cargo, pero lo que yo rescato de Santiago+b, es que tiene la magia para convocar, no por nada en el lanzamiento se nos acercaron 30 colaboradores, para mí eso y eso fue súper emotivo. Santiago+b se basa en el supuesto de que todos somos los que hacemos que los procesos avancen, no es el Estado el que tiene que solucionar todo. No es posible que esperemos que otro resuelva los problemas, tenemos que ser nosotros, cada uno en su rol puede aportar en algo. Todos podemos ser un buen peatón, un mejor ciclista, un mejor conductor, por ejemplo y para eso no necesitamos que venga el Estado a decirnos qué hacer. Esta es una invitación a involucrarnos y sentirnos constructores.

-En Chile hay gran nivel de desconfianza de la política debido a la contingencia de los últimos años, ¿En ese sentido es un desafío conquistar a los ciudadanos?

Efectivamante, yo creo que ese es un desafío de la era que estamos viviendo, que es como pasamos de un lugar de la queja, de lo pasivo, de una queja poco consistente a la acción y me parece que eso se da porque venimos de una historia paternalista en que el papá provee y es el responsable, el gerente es el responsable, el gobierno es el responsable. La única manera de que se involucren los ciudadanos, es que se sientan parte del problema, así también se sentirán parte de la solución. Tenemos que vincularnos al problema como actores, no como víctimas.

-Si bien el proyecto se lanzó hace menos de un mes ¿hay alguna tarea que ya esté en marcha?

No queremos esperar los dos años para ver si fue un aporte o no. Tenemos soluciones de distinta escala y ya hay algunas en proceso. Junto al FiiS estamos trabajando en la activación de los tramos que se están construyendo en la ribera sur del río Mapocho, entre Quinta Normal y Cerro Navia. La idea es que la comunidad los utilice, darles  sentido, llenarlos de actividades para las personas. Tenemos otra actividad importante en la que colaboramos con la Fundación Chile, Phillips, los Ministerios de Energía y Medioambiente para reemplazar las luminarias de los hogares por ampolletas de ahorro de energía, puede parecer un cambio pequeño, pero creemos que es algo significativo y esperamos que otros municipios adopten esta medida.

-¿Qué expectativas tienen para los próximos dos años?

Me gustaría que el mundo privado, el público, y el ciudadano de a pie se sientan parte del proceso porque nos conectará con la realidad de la ciudad. Tenemos que involucrarnos, no sólo en el financiamiento, sino que a través de la acción. Me parece que esto va a ser un grano de arena para cambiar la cultura del país y creo que incluso aportará a solucionar las heridas de esta sociedad y a trabajar la confianza en que sí se pueden hacer cosas buenas en Chile.

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