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Impuesto a las emisiones de gases de efecto invernadero

Después del fracaso de la Cumbre del Clima en Copenhague, aparece una alternativa efectiva para corregir las prácticas contaminantes: un impuesto a las emisiones de gases de efecto invernadero.

La idea promovida por ecologistas, ambientalistas, organizaciones internacionales, algunos gobiernos europeos y economistas, pretende que los ingresos que se recauden con ese impuesto se los den a los países en desarrollo y que así financien la tecnología que necesitan para reducir sus emisiones.

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Dennis Snower es uno de los economistas que promueve esto, él es presidente del Institut für Weltwirtschaft an der Universität Kiel (Instituto para la Economía Mundial de la Universidad de Kiel). Snower dijo a Tierramérica que “las consecuencias climáticas de la emisión de dióxido de carbono son iguales en todo el mundo, independientemente de dónde sea emitido el gas”.

“Por ello, cada emisor debería pagar la misma tasa por tonelada de carbono, sin importar si se trata de un país industrializado o uno en desarrollo, o de las cantidades de CO2 que haya arrojado en el pasado”, agregó Snower. Según él, el impuesto al CO2 podría reemplazar el sistema de derechos de emisiones negociables (permisos limitados para contaminar). Esos permisos de derecho de emisión fueron entregados sin costo.

Richard Tol, economista del ambiente, también apoya la idea del impuesto. “Debería ser la única medida global a aplicar contra el cambio climático, con una tasa muy baja al principio y que aumentaría progresivamente con el paso del tiempo”, dijo a Tierramérica.

Tol también culpa al sistema de derechos de emisiones negociables. “Sería adecuado si los derechos fueran subastados en vez de ser distribuidos gratuitamente, como en el presente en Europa”, dijo.

El gobierno de Irlanda introdujo un impuesto de 15 euros (US$22,50) al consumo de petróleo, de 15 euros (US$22,50) por tonelada emitida de CO2. A partir del 1 de mayo de 2010 se aplicará también al consumo de combustible de calefacción y de gas.

Francia también introducirá un impuesto a partir del 1 de enero de 2010. Serán 17 euros (US$24,35) por tonelada de emisiones, y lo van a aplicar a industrias y hogares.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT), apoya la introducción de un gravamen global al CO2. Ellos dijeron que el impuesto permitiría la creación de 14 millones de empleos para el 2014. Proponen poner una tasa similar a la de Francia e Irlanda.

Para China este impuesto es contraproducente, porque no toma en cuenta las diferentes responsabilidades de los países desarrollados y en vías de desarrollo en el calentamiento global.

Ottmar Edenhofer, profesor de la Universidad Técnica de Berlín, dijo a Tierramérica que “el impuesto al CO2 movería a los países productores de petróleo o de carbón a acelerar la extracción de tales combustibles y a aumentar la contaminación. El sistema de derechos de emisiones negociables es preferible, pues permite un control inmediato de los presupuestos nacionales de emisiones”.

Los derechos de emisión tienen que adoptar un sistema vinculante de adjudicación, de acuerdo a la población, lo que beneficiaría a los países desarrollados o de acuerdo al rendimiento económico, que favorecería a las naciones en vías de desarrollo.

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