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¿A qué sabe la carne orgánica?

(cc) splorp

Poniéndolo en términos simples, la carne orgánica es la que se obtiene de la reproducción y crianza de animales (vacunos, bovinos, aves de corral, etc.) en predios que están certificados como orgánicos, ya que no utilizan en la alimentación de éstos ni el tratamiento de sus siembras y vegetación ningún elemento agroquímico. Es decir, un animal es orgánico cuando nace y crece en un lugar que a su vez está certificado como orgánico.

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Además, la crianza de animales orgánicos con fines de producción alimenticia utiliza también técnicas de cuidado de sus ejemplares que apuntan a que éstos tengan una mejor calidad de vida para que así sus  carnes sean de excelente calidad. De esta forma, a una alimentación totalmente natural y libre de agentes químicos, se suman una serie de comodidades como mayor espacio para el desplazamiento y un claro respeto de los ciclos de alimentación y descanso de cada especie.

Todo estos cuidados apuntan a que la carne de los animales que han sido criados en estas condiciones será mucho mejor que la que ha sido producido de manera tradicional y que podemos encontrar en cualquier supermercado carnicería.

¿Por qué mejora tanto el sabor de la carne orgánica? Primero, porque los animales se alimentan de manera cien por ciento natural. Segundo, porque al no estar hacinados en galpones o corrales pequeños, hacen ejercicio al desplazarse por los predios y así generan más masa muscular y menos grasa. Y tercero, porque al vivir en un entorno más placentero no se estresan, lo que claramente –según diversos estudios- influye positivamente en el sabor que tendrá la carne de estos animales cuando la consumamos.

Entonces, ¿A qué sabe la carne orgánica? Sabe a la carne que siempre hemos comido, pero en las condiciones más perfectas que nunca antes hayamos visto. Es decir, con mucha más intensidad de sabor, mejor color, más firmeza en la textura y con un contenido graso mucho más sutil.

Así las cosas, y aunque para algunos suene algo cruel, el animal que crece feliz y se alimenta en forma natural siempre entregará una mejor carne que el que ha vivido confinado a un galpón de crianza industrial y se ha alimentado a base de alimento sintético. Esa es toda la lógica.

Lo único malo de todo este asunto es que, salvo en mercados como el europeo, norteamericano y de algunos países asiáticos; la oferta de carne orgánica es prácticamente inexistente. Y de los precios, mejor ni hablar.

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