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Reciclar como en los viejos tiempos

Ese es uno de los motivos por lo que las personas de las sociedades occidentales contemporáneas se han acostumbrado a botar a la basura lo que ya no sirve. No como en los viejos tiempo, cuando las abuelas guardaban las cajas de metal de las galletas, calugas, dulces o chocolates, para usarlas de costurero o cosmetiquero, como envase para algún regalo o incluso, dependiendo del tamaño y la forma, de macetera.

También se utilizaban los últimos restos de los jabones en barra: cuando ya no se pueden tomar con la mano, se meten dentro de una malla y sirven para fregar la ropa, para hacer un prelavado a las manchas más difíciles.

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Otra de las técnicas usadas hace algunas décadas, era tomar las medias rotas, cortarlas en tiras, y usarlas como material para tejer, con lo que se hacían bolsas de compras, estuches, forros para maceteros, incluso alfombras, bajadas de cama o limpiapiés.

Los champús o jabones líquidos se usaban hasta el último conchito, llenándolos con agua o cortándolos por la mitad para sacar los restos con los dedos. También se usaba “dar vuelta” las sábanas, esto es, cortarlas por la mitad y coserlas por los extremos. Así, las partes menos gastadas, los extremos, quedan al medio y se gasta más parejo.

En vez de hacer compost, muchas personas depositaban las cáscaras de huevos u otros desechos entre las plantas del patio, directamente y sin procesos previos, ya que de todas maneras sirven de abono, o por último se lo comen las hormiguitas.

Lamentablemente, en esta sociedad en extremo tecnológica, muchas personas compran recipientes para hacer compost, compran lombrices para hacer humus, compran bolsas especiales para separar los desechos, hay que pagar para que empresas de reciclaje saquen la basura seleccionada de tu casa. Y los calcetines con papas se van a la basura, junto a los envases de plástico (si uno guardara todos los que compra, llenaría la casa de envases), las bolsas del supermercado, las cajas de leche, etcétera.

Así que podrías pensar en qué hacer con la ropa vieja y con los envases duros antes de tirarlos a la basura. Y si no se te ocurre qué hacer, pregúntale a tu abuela y seguro se le ocurrirá algo que hacer con ese calcetín, con ese pote.

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