Siempre han existido los desastres naturales. Lo sabemos. La Atlantida. Pompeya. Y más concreto y determinante. Lo sucedido en El Valle del Indo, que se habría inundado y derrumbado, y todo su pueblo desaparecido escapando de la destrucción. El cambio climático no fue un cuento para ellos ya que por un verdadero “diluvio universal”, o fuertes monzones, desapareció a toda una civilización.
Recientemente vimos lo acontecido con Sandy y en este mismo momento el tifón “Bopha” o “Pablo” que en Filipinas ya deja 238 muertos y 214 mil damnificados, cifra que podría aumentar ampliamente.
En el Valle de Compostela y Davao, al este de la isla de Mindanao, se han registrado vientos de hasta 210 kilómetros por hora, y en el pueblo de New Bataan, en las montañas del sur de la isla de Mindanao, las avalanchas e inundaciones han dejado muerte y destrucción a su paso.
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Es por todo lo anterior que en la provincia de Surigao del Sur, se ha declarado el “estado de calamidad”, un estado que parece comenzar a ser bastante más común de lo que quisiéramos.
Por suerte la temporada de tifones ya termina. Cada año entre junio y noviembre llegan cerca de 15 a 20 de estos fenómenos. El alocado Pablo por su parte, comienza a calmarse y va a 120 kilómetros hacia el Mar de China Meridional por la isla de Palawan (oeste).
Fuente: El tifón Bopha deja una estela de muerte y destrucción a su paso por Filipinas (CNN)