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Las aves son un sensor de la calidad de vida en las ciudades

Las aves son las primeras en reaccionar ante cualquier cambio en su hábitat. Entre menos aves comunes, más contaminación hay en el lugar.

Como cada año, en el segundo sábado del mes de octubre, la Sociedad Española de Ornitología (SEO) y BirdLife International celebran el Día de las Aves, el cual se extiende a 120 países, incluyendo México como país afiliado.

Esta fecha se convierte en un espacio para hablar sobre las aves, su protección, los peligros que enfrentan y, principalmente, para reconocer su importancia como indicador de la calidad de vida de las personas.

Las aves reaccionan rápidamente a las alteraciones en su hábitat. Alertan, en distintas maneras, si existe algún peligro en el área. Su presencia, disminución en el número de población o desaparición de un determinado entorno, resultan indicadores de la calidad de vida en las ciudades.

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Si bien, en el bosque, el movimiento de las aves puede indicar un posible incendio o una catástrofe natural, las alteraciones en su población demuestra que su existencia no es viable en determinados entornos.

En algunas ciudades de España, aves comunes como tórtolas, perdices, golondrinas o gorriones van en declive, abriendo paso a aves generalistas, esas que adoptan diferentes estrategias para conseguir alimentos. Sin embargo, las aves comunes dependen de granos y animales pequeños, los cuales han disminuido por la urbanización, la contaminación y los pesticidas.

Entre menos aves comunes tenga la ciudad, significa que su calidad de vida disminuye. Si no, ¿por qué estarán huyendo estas maravillosas aves?

A pesar del crecimiento de las grandes urbes, las aves que enfrentan un mayor riesgo de extinción son aquellas tropicales, marinas e isleñas. Esto por la mano del hombre, también.

En el caso de las aves tropicales, enfrentan la degradación de su hábitat sea por el turismo, algún proyecto de energía —como la amenaza que implica la instalación del parque eólico Dzilam Bravo en Yucatán—, plazas comerciales que acaban con manglares, entre otros.

Las aves marinas enfrentan los efectos del cambio climático y los efectos de la contaminación en el mar —como lo ocurrido con Deepwater Horizon en el Golfo de México. Por último, las aves isleñas son tan específicas y endémicas, que si se altera su ecosistema, sus posibilidades de desaparecer son altas —como el caso de la pardela de Revillagigedo, en la Isla El Socorro, cerca de Manzanillo, Colima

Desde ahora, a visualizar las aves como un sensor en nuestra ciudad. Así cuidamos de nuestra salud y el bienestar de nuestros ecosistemas. Sólo queda algo por decir: Queridas aves, ¡muchas gracias!

Fuente: Campus México

FotoSergio Kasusky Pech (Flickr) / (cc) by

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