Lifestyle

Conociendo el lugar donde la tierra late

A propósito del lanzamiento de Maya Ka’an, el nuevo destino turístico en el Caribe Mexicano, les comparto mi experiencia en Muyil.

Desde hace casi un año tengo la fortuna de vivir en uno de los lugares más bellos de México y del mundo: Quintana Roo. En este tiempo he descubierto lugares que eran desconocidos para mi. Hoy les voy a contar mi experiencia en uno de ellos.

PUBLICIDAD

Ya hace unos meses se adelantaba sobre el lanzamiento de un nuevo destino turístico para este estado del sureste de México. Varios lugares en los que se podría vacacionar de forma sustentable y comunitaria. Justo ayer, en el contexto del Tianguis Turístico que tuvo lugar esta semana en la Ciudad de Cancún, se presentó Maya Ka’an, el lugar donde la tierra late.

Coincidió que el fin de semana mi mejor amiga me convenció de ir a Muyil, ubicado en el municipio de Tulum. Entre los diferentes tours que Community Tours Sian Ka’an ofrece, escogimos hacer kayak y visitar un campamento chiclero.

Nos encontramos con nuestro guía Antonio – de origen maya – a las 9 de la mañana, justo en la entrada de la Laguna de Muyil. Como en nuestro grupo iban 2 personas que no hablaban español, Antonio nos explicó en un inglés fluido sobre Sian Ka’an y todos los lugares que componen a tan importante área natural protegida.

Después, nos subimos a los kayaks, para rodear la laguna. Hacíamos algunas paradas, en las que Antonio nos compartía sobre los diferentes tipos de vegetación que hay, como manglares, pastos, etc. y su importancia.  Entre más avanzabamos, el agua se hacía más y más clara, casi transparente. Llegamos a los canales, en los que mi compañera de kayak y yo tuvimos algunas dificultades para pasar (no soy muy coordinada que digamos).

Saliendo de los canales habíamos llegado a la Laguna de Chunyaxché, que teníamos solo para nosotros. No se veía que el agua tuviera fin. Sentí tranquilidad y paz, me había olvidado de todo para disfrutar de este increíble paisaje que la naturaleza nos ha regalado y que a veces olvidamos o damos por sentado. Hasta la noción del tiempo perdí.

Pero teníamos que regresar porque algunas nubes se iban acercando. Ya en Muyil de vuelta, las señoras nos habían preparado un rico pescado a la plancha, acompañado de tortillas recién hechas a mano, arroz y frijoles.

Finalmente, fuimos a un campamento chiclero. Nos adentramos en la selva, mientras nos contaban la leyenda del Chechén y el Chacá, para encontrar los árboles de los que se extrae la resina para hacer chicles.

Ahí nos mostraron como los chicleros mayas hacen unos cortes superficiales muy precisos a los árboles, como un zig-zag, en el que empieza a correr un líquido blanco que cae una bolsa. Esta práctica es totalmente sustentable, pues los árboles no son dañados. Cada árbol resiste que se le extraiga la resina 2 veces y después se deja descansar 8 años para que pueda volver a generarlo.

Como empezó a llover, no vimos como ese líquido se cocina para formar el chicle. Pero nos compartieron una barra ya lista, a la que le podemos agregar nuestros sabores preferidos.

Sin duda alguna, fue una gran experiencia, en la que me adentré a las riquezas naturales del estado en el que vivo y en el que conocí más sobre una de las culturas más importantes en México, todo de forma sustentable. Si vienen de visita, sin duda les recomendaría vivirlo y visitar alguno de los múltiples destinos y actividades que Maya Ka’an ofrece.

Tags

Lo Último