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El oso polar más triste del mundo en Argentina

El oso Arturo ha vivido los dos últimos años solo y deprimido en un pequeño lugar en el zoológico de Mendoza.

Si los argentinos sufren con las con las altas temperaturas que se han registrado sobre todo en verano, imagínense lo terrible que debe ser para Arturo, un solitario oso polar que vive en el zoológico de Mendoza, que se sienta en hormigón blanco bajo temperaturas de hasta 40°C (104°F), y ha estado deprimido desde que su compañera Pelusa murió hace dos años.

Arturo pesa más de 400 kilos, ya tiene 29 años, y es el único oso polar en cautiverio de Argentina. Lamentablemente, debido a su edad, es muy riesgoso trasladarlo a otros zoológicos, ya que en cautiverio, los osos polares no viven más allá de 30 años. Esto es terrible, ya que el esfuerzo de Greenpeace por reubicar a Arturo en el Centro Internacional de Conservación del oso polar en Canadá, donde tendría el ambiente apropiado para vivir dignamente, no se pudo llevar a cabo.

¿Qué hacer en estos casos cuando ni el mayor esfuerzo ciudadano puede liberar a un animal en cautiverio?  Es triste pensar que los últimos años de Arturo los habrá pasado solo, acalorado con una piscina que solo mide 50 metros de profundidad, donde lo mojaban con mangueras para poder soportar el calor. No es una vida digna para ningún animal, ni un final por el cual sentirse orgulloso.

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Quizás Arturo nos deje en el mismo espacio reducido en el que vivió los últimos 20 años, quizás supimos su historia muy tarde y cualquier cambio podría matarlo. Pero Arturo es uno solo, quizás el símbolo y la historia que refleja la de miles de otros animales que sufren en cautiverio.

¿Es necesario tener zoológicos? ¿Por qué nos sentimos con el poder de encerrar animales en contra de su voluntad durante toda su vida? Y no hablo de aquellos que rescatan animales y los cuidan hasta que puedan ser liberado, sino de aquellos que los tienen en lugares reducidos para el disfrute de las personas que pagan sus entradas para ver animales encerrados.

Debemos enseñarle a nuestros hijos el valor de la vida, tanto humana como animal, la del planeta entero, yque ver animales encerrados no es algo entretenido, que los animales son felices en su hábitat y que debemos cuidarlos y respetarlos.

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