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El cultivo de soya y algodón transgénicos no está regulado en México

Aún cuando se ha frenado, temporalmente, el cultivo de maíz genéticamente modificado, existen otras preocupaciones para el campo.

En octubre se cumple un año de la suspensión de permisos para la liberación de maíz transgénico en su fase comercial. Un fallo que, aunque no es definitivo, nos da tiempo para exigir leyes que protejan al campo mexicano de las intenciones de esas grandes transnacionales, como Monsanto.

Por lo pronto, los planes del maíz se encuentran detenidos — algo que debemos celebrar, al tratarse de un grano nacional —. Sin embargo, en estos meses se han otorgado permisos para cultivar soya y algodón transgénicos, lo cual afecta al campo mexicano, sus suelos, a los campesinos y pequeños productores.

Es evidente que en nuestro país no existe una regulación para estos cultivos de organismos genéticamente modificados (o, al menos, no se aplica). Más allá de los daños a la salud o el impacto ambiental, se afecta a la soberanía alimentaria y se da preferencia a esas grandes empresas que, llegado un momento, podrían acusar a los agricultores tradicionales por biopiratería — como ha ocurrido en otros países.

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Según la doctora Elena Álvarez-Buylla, Investigadora del Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México, quien coordina el laboratorio de genética molecular y genética en desarrollo de la evolución de plantas, afirma que el uso de semillas transgénicas afecta a la agricultura tradicional provocando que los campesinos no puedan competir con las grandes industrias.

Existe un caso en particular, en Yucatán, estado donde se anuló el permiso de para la siembra de soya transgénica, principalmente por los efectos que ha provocado en las comunidades indígenas, productoras de miel cuyos clientes principales en la Unión Europea, no aceptan rastros de OGMs en alimentos. Más allá que esto, el Gobierno mexicano ha dado la espalda ante la petición de especialistas y organizaciones ambientales.

Ha habido interés de algunos funcionarios en México por ejemplo en la CONABIO (Comisión Nacional para el Conocimiento de la Biodiversidad) pero en general la mayor parte del gobierno no han acudido a ninguna de las invitaciones para discutir el tema, no han respondido a los extrañamientos y cartas, firmadas por científicos mexicanos e internacionales, incluso, algunos premios Nobel ˜ Álvarez-Buylla

Sí, sabemos que existe la Ley de Bioseguridad de los Organismos Genéticamente Modificados, pero a la fecha no queda claro cuales son las Secretarías que velan por que se haga efectiva, cuáles tienen la última palabra, cómo se aplican y, particularmente, no hay interés por parte del Gobierno de darle seguimiento al tema.

Parece que se le da preferencia a la inversión extranjera a expensas del bienestar del campo y los mexicanos, cuyas manos labran los campos que nos dan de comer. Una pena.

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