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Campesina peruana gana juicio a minera que le quitó sus tierras en complicidad con el gobierno

Máxima Acuña Chaupe aguantó tres años de desalojos violentos, golpizas y una batalla legal para evitar que sus tierras fueran convertidas en una mina de oro a tajo abierto.

El pasado 18 de diciembre la Sala Penal de Apelaciones de Cajamarca, Perú, absolvió a Máxima y su familia del cargo de usurpación de terrenos que había interpuesto la minera transnacional Yanacocha, acusándolos de “invasores” en su propia tierra. La empresa esperaba que Máxima fuese condenada a dos años y ocho meses de prisión condicional y exigía el pago de $5.500 soles.

Con este fallo la indígena se consolida como defensora de los derechos humanos e indígenas y se transforma en la protagonista de un hito para la justicia peruana.

Corría el año 1994 cuando Máxima y su familia llegaron a Tragadero Grande, en la región de Cajamarca, a construir su casa en un terreno cercano a la Laguna Azul de Celedín, la que en ese entonces atraía el interés de la minera Yanacocha debido a su proyecto Conga; una mina de oro a tajo abierto.

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“Nosotros no buscamos sacrificar nuestra agua y nuestra tierra para que se lleven el oro a otro país. ¿Se supone que tenemos que sentarnos en silencio y dejar que ellos envenenen nuestra tierra y agua?”, declaró Acuña Chaupe a la Nueva Revista Internacional hace dos años.

Movidos por esta misma convicción, campesinos, trabajadores y pueblos indígenas de la región comenzaron a protestar en marchas masivas y huelgas generales contra la extracción de recursos, la explotación, el desplazamiento y daño ambiental.

En 2011 la minera le ofreció a Máxima compartir las tierras, a lo que ella se negó argumentando proteger el medio ambiente y la casa de su familia.

Símbolo de resistencia contra el extractivismo

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Tras esta negativa, comenzó una seguidilla de intimidación por parte de la empresa con la ayuda de la policía privada del Estado peruano. Acuña Chaupe ha tenido que resistir al menos tres intentos violentos de desalojo y una ocasión en que una paliza la dejó a ella y su hija inconscientes, debiendo ser llevadas a un hospital.

A partir de esta situación, tanto organizaciones regionales como internacionales manifestaron su indignación. En la pasada Cumbre de los Pueblos frente al Cambio Climático, realizada en Lima, una multitud de ambientalistas marchó en un gesto de solidaridad con Máxima.

Tres años de lucha han convertido a la fuerte campesina en un símbolo de resistencia contra el extractivismo; una forma de organizar la economía de un país basada en una alta dependencia de la extracción intensiva de recursos naturales, con muy bajo procesamiento y destinado para su venta en el exterior.

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