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Jurassic World nos recuerda a cierto parque de animales marinos

Tal vez la fantasía no está tan alejada de la realidad. Advertencia: si no has visto la película, mejor evita el texto. Contiene spoilers.

Desde que se presentó su primer tráiler internacional, Jurassic World nos recordó a ese parque de atracciones donde explotan a animales acuáticos. Por supuesto, me refiero a SeaWorld. Si tuvieron la oportunidad de ver la película este fin de semana, estarán de acuerdo que se trata de la analogía perfecta.

¡No soy la única que lo sugiere! Caitlin Jill Anders publica en The Dodo su reflexión sobre esta película, en la cual recopila varios tuits que comparan ambos parques de diversiones. Uno creado en un universo imaginario, otro que es tan real como preocupante.

Después del fracaso de Jurassic Park — hace 22 años —, Jurassic World es un parque de atracciones donde puedes dar un paseo… 65 millones de años al pasado, para caminar entre dinosaurios.

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Entre las atracciones se encuentran: el área de zoológico para niños, donde pueden alimentar dinosaurios y montar triceratops bebés; el valle de los giroscopios, un paseo tan cercano a estos gigantes que podrías pasar entre sus patas; la hora de alimentar al Tyrannosaurus rex; el espectáculo del Mosasaurus comiendo el tiburón… podemos seguir.

La administración tiene como objetivo mantenerse como el mejor parque temático del mundo. Para ello se renuevan cada cierto tiempo, con espectáculos patrocinados por grandes marcas y creando dinosaurios híbridos, modificados genéticamente, para hacerlos lucir más impactantes. Con más dientes, más cool.

Así el hombre juega a ser “el creador”. Esa ambición deja completamente ciegos, a los de administración. Ellos se enfocan en los números, en las ganancias, pero nunca se ponen a pensar en lo que sienten esos dinosaurios. Después de todo, son animales, son seres vivos.

Hay que ver Jurassic World idéntica a SeaWorld — crear híbridos genéticos, que califica de “activos” y todo por la explotación y el dinero.

El otro lado de la moneda está representado por Owen Grady — interpretado por Chris Pratt —, un exmilitar reclutado para entrenar raptors. Él toma un momento para entender la naturaleza de los animales, ganarse su confianza y muestra su respeto hacia ellos. Como una especie de César Millán o el líder de la manada de raptors.

Grady cuestiona las condiciones en las que crece la nueva atracción, el nuevo “activo” (como se les llama), el Indominus rex presentado por Verizon (?). Un híbrido con base de T.rex, y un poquito de todo. El animal vive en un potrero inadecuado, sin ser estimulado, sin tener alguna relación — más que con la grúa que le da de comer.

Se trata de un animal inteligente, sintiente, que no sabe como interactuar, ni qué lugar tiene en el ecosistema. Después de todo fue la creación de un científico loco y sus jefes con ganas de “más dientes”. Como era de esperarse, todo se sale de control.

Jurassic World debería servir de ejemplo a SeaWorld. Una vez que dejas de ver a los animales como seres vivos reales y sensibles, sólo vendrán malas cosas

Jurassic World se ha convertido en la película más taquillera en su primer fin de semana de proyección. Será vista por millones de personas, las cuales tienen la oportunidad de reflexionar sobre este tipo de actividades en el mundo real.

Este parque ficticio es totalmente un reflejo de SeaWorld. Sólo recuerdo aquella escena donde Masrani pregunta ¿los animales son felices?. La gente de SeaWorld, ¿alguna vez se habrá preguntado eso?

Después de ver este blockbuster de verano, vale la pena revisar el documental Blackfish, para recordar todo lo que hay detrás de la industria de los parques temáticos y la explotación animal. Ya me dirán, si están de acuerdo con la analogía.

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