Hay dos cosas excelentes en la idea de convertir campos de golf en parques solares que tuvo Japón. La primera es que se esté enfocando en energía renovable y no en nuclear y la segunda es aprovechar espacios con buena ubicación y condiciones para generar energía limpia.
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La compañía Kyocera ha estado poniendo atención en estos campos de golf abandonados porque son extensiones de tierra amplias con pocas sombras y mucha exposición solar, características indispensables para la producción de energía solar.
Así fue como comenzó la construcción de una granja solar de 23 megavatios de capacidad instalada que generará alrededor de 26.312 MW al año, suficientes para dar energía a 8.100 hogares en la Prefectura de Kyoto, misma que al completarse, será la más grande del lugar.
Kyocera también está trabajando otro parque solar de 92 MW en la Prefectura de Kagoshima, donde la tierra fue preparada para hacer un campo de golf pero se encuentra abandonada desde hace 30 años.
En la década de los 90, vivimos el boom de los clubes de campo que ofrecían estas instalaciones que ahora cada vez menos gente ocupa, a esto se debe la cantidad de espacios disponibles. Estados Unidos vive una situación similar a la de Japón en este sentido.
Los campos de golf no son un negocio sustentable, se necesita un gran cuidado para un deporte en el que la gente cada vez se interesa menos. Sin embargo, para el negocio de la energía renovable, son un excelente activo.