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Matías Asun de Greenpeace: “Es más barato pagar multas que cumplir con la legislación ambiental”

El director de Greenpeace Chile evalúa el 2015 en materia medioambiental.

Estado, empresas, ONGs, ciudadanía. Todos buscan distintos propósitos en un mismo escenario: La naturaleza. Definir cuáles son los límites, cómo proteger los intereses de las comunidades, la creación de trabajo, la relación con el empresariado y el cuidado del medio ambiente, es un trabajo de todas, pero que muchas veces son acuerdos que quedan al debe con los compromisos adquiridos por los propios gobiernos.

Matías Asun, director de Greenpeace Chile nos dio su perspectiva en exclusiva para VeoVerde frente a los mayores conflictos ambientales en Chile durante el año 2015.

Partimos el año con la noticia de Mina Invierno y la multa de 100 millones de pesos que debió pagar la minera de los grupos Angelini y Von Appen por no cumplir con el sistema de decantación de aguas.

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¿Fue oportuna la decisión? ¿Cuál es tu visión frente a las multas que se cursan a las grandes mineras en casos de accidentes ambientales?

“Mina Invierno ha venido presentando problemas ambientales y sociolaborales desde sus inicios. Hay que recordar la intoxicación de sus trabajadores por alimentos, varias demandas y conflictos internos, etc. Esto lo advertimos desde el día uno, y viene a comprobar que ni siquiera el argumento de dar empleo resulta tan “razonable”. Las sanciones sobre la Mina y sus diversas falencias han sido insuficientes, y su actual intención de realizar tronaduras (modificando de hecho su impacto ambiental) es una prueba más de hasta dónde son capaces de llegar las empresas que contaminan el planeta con tal de mantener sus utilidades. Son capaces de pasar encima de todo”.

“Las multas a mineras, la verdad, dejan mucho que desear. Hoy sale más barato pagar las multas que cumplir. Los casos en minería en este año y el anterior se acumulan, y en muchos casos las dilaciones que inventan abogados y hasta propia inoperancia de las mismas entidades que sancionan para actuar a tiempo, agravan la situación. Claramente estamos muy al debe con la legislación ambiental. Prueba de ello es que Mina Invierno quiera insistir en el tema de tronaduras para agilizar y abaratar la producción de carbón (¡carbón! ¡para termoeléctricas!) o el mismo caso de Pascua Lama, que con toda la información disponible aún la Superintendencia de Medio Ambiente no se arma de valor para quitarle los permisos ambientales y cerrarlos de una vez todas”.

Luego, en marzo conocimos el drama de los habitantes de Caimanes frente a la escasez de agua y a su uso para la minería. Según tu perspectiva, ¿cuáles son las prioridades de la DGA para ceder derechos de agua?

“Lo que ha hecho el grupo Luksic y Antofagasta Minerals en el caso Caimanes raya en lo inverosímil. Es de un nivel de abuso que cuesta creer. Un veredicto de la justicia establece claramente que el tranque debe retirarse y restituirse el agua que pasa por el pueblo, y no sólo ese fallo ha sido considerado letra muerta por la empresa, derechamente han ofrecido dineros a la comunidad para revertir ese fallo y ampliar el tranque, que por cierto, ya es más alto que el mismo Costanera Center”.

“Lo de Caimanes es herencia de un país desigual, que por privilegiar la acumulación de riqueza, bienes y servicios para ciertas zonas (y personas), deja botados a otros que deben sobrevivir con lo que les toque. Y a varios les tocan empresas abusadoras, que no reconocen tradición, historia, ecosistemas y ponen en un altar las utilidades. Si nuestras autoridades tuvieran voluntad para ponerle párele a los abusos sociales y ambientales de empresas poderosas hace rato que este triste espectáculo habría parado y el Estado habría tomado cartas en el asunto para restituir el imperio del sentido. Pero se asustan e inventan toda esta parafernalia argumentativa de que necesitamos equilibrar el desarrollo con la sustentabilidad, que no es otra cosa que una versión remozada del chorreo; uno acumula y el otro agarra lo que va sobrando, cuando se puede y si el clima está bonito.

Hoy las personas tienen, literalmente, que salvar solas ante estos abusos, pues los gobiernos con tal de quedar bien con el poder económico han preferido entender los conflictos ambientales como temas entre privados, que pueden resolverse en negociaciones de abogados. La lógica del bien común, con el Estado de garante, se perdió hace ya un tiempo y esa ausencia se nota cada vez que uno recorre Chile y habla con los afectados. Es la desigualdad encarnada en la deuda que tenemos con nuestro patrimonio ambiental, el medio en el que habitamos”.

En esta misma línea, debates como la construcción del puerto de CAP cerca de la Reserva Nacional Pingüino de Humboldt permitieron visualizar los alcances de las zonas protegidas en el océano, ¿falta más definición al momento de crear un área protegida? Por ejemplo, sobre la idea de verter relaves mineros al mar, idea que fue planteada por Codelco, Antofagasta Minerals y Anglo American.

“La idea de los Relaves Mineros Submarinos la denunciamos ya en años anteriores incluso antes de la elección presidencial. Oceana ha tomado la delantera y hay varias otras organizaciones en los debates sobre las líneas que debían seguir los gobiernos. El argumento que sostiene la idea de hacer un relave minero es que sale más barato ir a botar la porquería de la actividad minera en el mar. Eso sólo se sostiene justamente porque en materia de externalidades ambientales aún “paga Moya”; nadie se hace cargo de los costos que dejan en serio, y si no se ven, mejor. Pasan piola, al menos al principio. Hoy los relaves mineros están generando un problema enorme a la minería; la falta de regulación ambiental y territorial y la propia ambición de abaratar costos los tiene obligados a usar todo lo que puedan para seguir operando. Y si bajamos la guardia, efectivamente van a usar cualquier cosa; Las quebradas submarinas, los glaciares, humedales, las cuencas de ríos, etc. Y como vamos, con la ausencia de voluntad para legislar en serio sobre estos “pasivos” y los efectos de operaciones industriales extractivas intensivas, el asunto sólo va a empeorar. Aún no hemos entendido la dimensión del cambio que debe hacerse para pensar en un desarrollo sustentable. Y aún la dimensión de ese cambio hace que a los economistas les parezca desquiciado pedir regulaciones, pero desquiciado es no avanzar y rápido hacia ellas”.

Referente a los casos Corpesca, SQM y Penta, ¿cómo ha afectado la corrupción en la definición de proyectos de alto impacto como la Ley de Pesca, Minera Dominga, entre otros?

“Una vergüenza a nivel internacional. Los montos de financiamiento de casos como los de Corpesca y Minera Dominga dan cuenta de la brecha legislativa que existe para impedir que los tentáculos del poder económico crucen parte del ejercicio político de gobierno y legislativo. Y falta mucho aún; los dineros de SQM, los aportes que hizo Codelco las donaciones de campaña que se hicieron de parte de Endesa a la campaña presidencial que uno intuye donde fueron a parar, y varios más. Estas son aún más pruebas para mi que permiten afirmar que hoy el medio ambiente es monedita de cambio en el mundo político y su defensa como imperativo es más un discurso para la galería que una realidad. Baste ver la Ley de Glaciares, en el que simplemente por que sí, se está poniendo un límite antojadizo (¡e insuficiente!) a la cantidad de glaciares que quedan protegidos, simplemente para que a ningún empresario le moleste ni estorbe tener un glaciar en su concesión minera. Y si le molesta, mete juicio y le quita la protección. Es el imperio del interés privado sobre el bien público, y con bendición del congreso y aplausos del gobierno. Una locura”.

En junio apareció un nuevo brote de virus ISA en la región de Los Lagos, sin embargo Sernapesca insistía con instalar jaulas para el cultivo de alevines de salmón en Caleta Tortel, área que ha sido ampliamente defendida por su impacto en el turismo. Lo que finalmente fue desechado. ¿Crees que hay lugares que deben ser defendidos con mayor fuerza que otros que tal vez no tengan tanta importancia desde la conservación o el turismo?

“La falta de regulación territorial, de ordenamiento, es una de las cuestiones que en momentos de reflexión y pausa afloran con mayor fuerza en el mundo ambiental, pero que por apuro muchas veces dejamos de lado. Es algo que nos pena en prácticamente todos los conflictos. No se trata de definir qué áreas o ecosistemas son más o menos valiosos; el ponerle precio a las interacciones de los seres vivos es un ejercicio vacío salvo se trate de calcular pérdidas y daños a posteriori. Yo creo que una mirada moderna debe pensar el desarrollo en términos integrales, entendiendo que habrá impactos (y que son necesarios) pero que minimizar sus efectos, distribuir sus beneficios y evitar sus consecuencias es una tarea colectiva que debe aplicarse sobre todo el territorio. Hoy hay más discusión sobre qué bosques, que glaciares, que costas conservar en los directorios de las grandes corporaciones que en los concejos regionales. Democratizar el cuidado del medio ambiente es clave.

Y si la pregunta la forzamos, ¿Hay territorios mas valiosos que otros? Pues sin duda hay territorios más amenazados que no debemos perder, y ningún territorio merece ser tratado como basurero abandonado si en él la vida aún existe”.

¿Existe alguna motivación por mejorar las condiciones de sacrificio por parte del empresariado, el gobierno y las ONGs?

Yo diría que en ciertos casos si. Hay personas comprometidas tanto en el gobierno como en empresas y ONGs y organizaciones sociales en la reparación ambiental de verdad. Es algo casi impensado; la cultura del consumo que nos enseña que las cosas son desechables aplica también al medio ambiente; sacrificamos playas, bosques, glaciares… los abandonamos a su suerte. La motivación justamente tiene que ver con ese cambio de cultura política; entender qué debemos cuidar donde vivimos, donde viven otros que tienen los mismos derechos que nosotros. Ese cambio, sin embargo, ha sido impulsado más por voluntad de individuos y algunas organizaciones que por una línea política o un programa de gobierno, y por el contrario, ojalá hablar de medio ambiente, de reciclaje y de regulaciones ambientales fuera una tarea obligada de todo político”.

Estos últimos dos años hemos visto cómo Greenpeace ha potenciado dentro de sus banderas de lucha la defensa de los glaciares, ¿Crees que esta nueva ley podrá ser útil para su protección o más bien legitima los derechos de las mineras sobre estos cuerpos de agua sólida? ¿Cómo afecta esto a las comunidades y a otras actividades como la agricultura?

“El Congreso ha fallado en la Ley de Glaciares, básicamente por presiones de la gran minería con el auspicio del Ministerio de Hacienda y la complicidad del Ministerio del Medio Ambiente. La actual ley de glaciares es una desgracia; Primero pues pone una cota de protección a la cantidad total de glaciares que tendría protección fuera de parques nacionales. La cuota de glaciares que queda protegida es tan limitada que ni siquiera cubre a todos los glaciares blancos del sur. Y dado que los criterios para definir cuáles glaciares protegemos y cuál abandonamos a su suerte tampoco están claros, no hay ninguna garantía para que los glaciares de la zona central tengan protección, lo que es un clara señal para que la minería siga como viene con records mundiales en destrucción de glaciares. Sólo en la zona de los Andes, donde se ubica la división Andina, Codelco ha destruido más de 340 hectáreas de glaciares, y pretende seguir haciéndolo pues ha sido explícito en pedir que dejen usar los glaciares que quedan de botadero minero”.

“Y como si esto fuera poco, la ley resguarda que si a un particular no le gusta que un glaciar quede protegido puede reclamarlo ante la Ley para que se le quite la protección, bastando sólo el que se vea afectado económicamente con la protección de esa reserva de agua. Insólito, y de nuevo volvemos al problema de que los conflictos ambientales se entienden como conflictos entre privados, olvidando que estamos hablando del patrimonio ambiental de todo un país; el agua. Sin agua, el costo final lo pagamos todos, y en un planeta que se calienta no proteger el agua privilegiando las inversiones es no entender nada”.

En 2013, mientras era candidata, Michelle Bachelet viajó hasta Linares para comprometerse a proteger el río Achibueno de las centrales hidroeléctricas a través de la creación de un Santuario de la Naturaleza, sin embargo su propio Seremi de Energía, Vicente Marinkovic, aseguró que esta figura no es impedimento para la construcción de centrales. ¿Para que sirven estas denominaciones finalmente?

“Hay muchas inconsistencias entre la política ambiental y la política energética, este es un buen ejemplo. Hay una brecha cada vez más grande entre un discurso leguleyo, de letra chica, y las expectativas de sentido común que tienen las personas. No conozco a nadie en el movimiento ecologista que esté en contra del uso de potenciales hidroeléctricos cuando se trate de proyectos de bajo impacto ambiental, amigables social y ecológicamente con el entorno. De hecho, estas mismas razones las hizo suyas en sus promesas de campaña la actual presidenta Bachelet. Hoy el SEREMI de Energía de hecho impulsa la intervención de este río, y la demanda social es que la cuenca sea protegida. De nuevo otro problema asociado a la falta de una política de ordenamiento territorial que sirva de base para la planificación y el desarrollo sustentable. ¿Se justifica una central como esa en el Achibueno? ¿O podemos apostar por otras alternativas mejores que no signifiquen la intervención del río? Esas son las cosas en las cuales deberíamos tener trabajando a los SEREMIS de cada región, en mesas integradas. El que existan funcionarios de gobierno que ofrezcan sus ríos para ser intervenidos cual promotores llama la atención por decir lo menos. Con las cosas así, uno celebra que existen comunidades dispuestas a defender esos ecosistemas. Si no fuera por ellos habríamos Bosques (como el Panul) o Glaciares (como los que quiere destruir Codelco) estarían perdidos. Es una pena ver que entramos a este siglo favoreciendo una lógica de conflictos en vez de discutir con visión integrada el desarrollo. Pero que no quepa duda; mientras las condiciones sean que ganan los poderosos simplemente por que son poderosos, van a tener a miles de nosotros dando problemas, protestando y defendiendo lo que es justo. No nos vamos a ajustar a una lógica que es injusta y que reproduce desigualdad. Somos un estorbo intencional a ese modo de habitar este planeta, y no vamos a dar pié atrás hasta que esa voz ciudadana”.

Sobre la reciente COP21 que marcará el futuro del planeta: ¿Cuál es tu visión de los compromisos adquiridos por Chile en la COP21? ¿Cómo los evaluarías?

“Insuficientes. Las COP se han centrado, lógicamente, en fijar una base para reducir emisiones que terminan calentando el planeta. Y en ese sentido en esta COP se fijaron metas en el texto ambiciosas, aunque falta mucho para cumplirlas. En ese sentido Chile no ha estado mal, pero tampoco despliega su máximo potencial. Condiciona muchas mejoras a ayuda internacional, y a los niveles de desarrollo. Si bien eso se espera de una nación pequeña, nuestros números dan para más. Por cierto, el condicionamiento de nuestros compromisos a la mantención del modelo forestal vía perpetución del DL.701 es señal de que aún falta visión y voluntad política para regular las consecuencias ambientales que generan las actividades extractivas. Ese pensamiento servil que condiciona a priori desarrollo a desregulación ambiental debería estar obsoleto, y sin embargo este año repuntó con fuerza de la mano del “realismo sin renuncia” que poco y nada entiende de los conflictos ambientales”.

“Ahora, en el plano de la adaptación, es decir, como sobrevivir y ajustar modos de vida a un planeta más caliente la ausencia de una propuesta a favor de la protección de glaciares, aplicando un criterio económico para que los glaciares que estén ubicados en concesiones mineras sean destruidos y no estorben al “desarrollo” habla de lo mucho que nos falta. Chile tiene una enorme responsabilidad en adaptación; Proteger todos los glaciares que tenemos al cuidado. No sobra ninguno. Tener muchos es una bendición, no un riesgo a la inversión. Eso el mundo político no parece entenderlo”.

Si tuvieras que destacar alguna acción ambiental por parte del Gobierno, ¿cuál sería y por qué?

“Hay bastantes. Los esfuerzos que han puesto en mejorar estándares en calidad del aire tienen un sentido muy beneficioso. Esto independiente de las negociaciones que deben hacerse que siempre dejan fuera aspectos que resultan claves y manchan los resultados. Pero en cualquiera sea el caso me resulta difícil separar esto de la absurda y contraproducente propuesta en relación a protección de glaciares, no puedo dejar de pensar en ello y en lo irracional que es desde el punto de vista ambiental.

Y entonces, ¿Cuál sería en tu opinión el mayor fail ambiental del año?

“No tengo ninguna duda que puntuaría alto el destape del basurero en el que Barrick convirtió a los glaciares, cuestión que denunciamos ante la Superintendencia de Medio Ambiente y de la cuál aún no tenemos noticias relevantes. El que la empresa, además, haya intentado pasar piola alegando que no había como demostrar se trataba de basura de ellos (“estaba aquí antes” dijeron) es francamente ridículo”.

“Sin embargo el premio al fail del año se lo lleva el Ministro de Medio Ambiente que ha defendido como ley de glaciares un texto que pone límite a la protección de glaciares dejando la mitad de nuestros glaciares sin protección, y que permite que cualquiera –si no le gusta o no le conviene tener un glaciar en su propiedad protegido- pueda ir a tribunales a pelearlo para destruirlo a gusto. Eso no sólo es olvidar su función como Ministro de Ambiente, no sólo implica una visión pobre respecto del cuidado de los recursos naturales al implicitar que aquí sobran glaciares; Lo peor de todo es que olvida la función del Estado de visionar un país justo y para todos, y delega en manos de tribunales resolver sobre estos asuntos de interés ciudadano. Para peor con la venia de los diputados de la comisión de medio ambiente. Es lavarse las manos, olvidarse del papel a cumplir. Permitir el lucro de unos pocos licuando el planeta, literalmente. Sin duda el fail del año”.

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