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Nueva campaña llama a derrotar la caza furtiva de animales salvajes

Con el hashtag #WildForLife, la ONU reunió a distintas personalidades para declarar la guerra al tráfico ilegal de animales en peligro.

Hace algunos días hablamos sobre el tráfico de lagartos y del gran negocio clandestino que existe en torno a esa acción.

Lamentablemente, no son sólo los lagartos los que se ven afectados por la ambición del ser humano: muchos animales salvajes sufren las consecuencias de estos delitos y por eso, se convierten en especies en peligro o definitivamente extintas.

Por ejemplo, podemos hablar sobre la situación actual de los elefantes y rinocerontes en Kenia. En la más reciente campaña #WildForLife, lanzada por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, la organización hace un llamado para luchar contra las células criminales dedicadas a lucrar con animales salvajes.

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En las fotografías se muestra imágenes de personajes famosos apoyando la causa, pero más allá de las estadísticas, la realidad que viven estos animales es mucho más terrible de lo que imaginamos.

En un reportaje de The Guardian, se habla específicamente del tráfico de marfil y de cuernos de rinocerontes, de la crueldad con la que los cazadores furtivos actúan y del negocio del que ni los mismos kenianos alcanzan a beneficiarse.

Como se narra en la nota, un cazador detalla cómo hacen el trabajo sucio y lo que implica ser sólo la punta de una organización criminal a gran escala.

Abdi Ali cuenta que en sólo 10 minutos, él y otros dos hombres asesinaron a 27 elefantes para extraer el marfil. Pero aunque no lo parezca, ellos no son el mayor problema para las autoridades: los peces gordos son los que hay que atrapar ahora, ya.

A pesar de existir áreas custodiadas, la caza furtiva es una vía para enfrentar la pobreza. No se justifica y como se señala en el reportaje, ellos tampoco suelen estar orgullosos de ello, pero la necesidad puede ser traicionera.

La pobreza y la corrupción que inunda países africanos hace que las especies corran peligro constante y eso es lo más difícil de combatir. Por ahora, la esperanza de estas especies son las comunidades que se organizan para protegerlos.

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