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Buscar el tesoro en un castillo de cartón: los juguetes ecológicos de Ondulé

Nunca subestimes la creatividad de los niños: su imaginación es el motor que los convertirá en adultos conscientes.

Son las 5 de la tarde, es viernes y los niños ya salieron de la escuela. Si no hay que estudiar o hacer tareas, llega la libertad para dedicarse a algo entretenido. ¿A qué jugar?

Tienes un teléfono celular con 15 aplicaciones y en cada una de ellas, puedes elegir entre 20 juegos más. ¿Tomaste una decisión? Difícil, pero después de revisarlos todos, eventualmente abrirás Pokémon Go y saldrás a la calle a atraparlos.

¿Y si quitas la mirada del celular y usas la imaginación? El emprendimiento tiene el poder de activar la creatividad y si, en consecuencia, eso ayuda a que otros también se motiven, los efectos son doblemente positivos.

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A fines del año 2010, Matías Portela estaba cursando una Diplomatura en Creación de Empresas y tuvo que presentar un proyecto junto a sus compañeros.

Este joven argentino pensó en una idea que estaba presente en Europa hace años, pero que aún no era bastante popular en su país y en Latinoamérica: hacer juguetes de cartón.

Más allá del proyecto en la Diplomatura, Matías confió en que crear una línea de juguetes ecológicos era una excelente idea, ya que contemplaba el desarrollo de los niños y el cuidado del medio ambiente. En una entrevista, este emprendedor nos cuenta sobre este proceso:

Luego de meses de investigación me convencí que existía una gran oportunidad, pero solo no podía. Se sumó Santiago Guzmán en el área productiva y luego Guillermo Costa (maestro de primer grado) en el desarrollo de juguetes. En diciembre del 2011 en el garaje de la casa de mi madre y con solo una mesa, una trincheta y mucho cartón, Ondulé empezó a fabricar sus primeras Casas para Pintar.

Las Casas para Pintar fueron sólo el comienzo, pero una gran inspiración: luego de meses de trabajo, Matías y su equipo fueron elegidos para ser incubados como empresa en la FIDE (Fundación para la Incubación de Empresas) y hoy, en 2016, los juguetes de Ondulé se distribuyen en más de 270 tiendas y jugueterías en Argentina.

Los juguetes no son sólo eso. Cada modelo tiene una enseñanza, una temática, una lectura que especifica la edad a la que están dirigidos, las habilidades que se pondrán en práctica y si incluye otros elementos (crayones, stickers).

Los hay en versión mini y en grande, para que los niños incluso se puedan meter dentro de ellos.

Niños con conciencia ambiental

Es difícil competir con tantos estímulos tecnológicos, pero parte de la apuesta de Ondulé es revivir el placer de jugar, sin la necesidad de esa competencia.

Cada uno de sus juguetes tiene características especiales, que conservan el minimalismo para dar paso a la creatividad que provenga de cada niño. Es una manera de plasmar la imaginación sin la necesidad de seguir reglas específicas.

En su elaboración, los juguetes cuentan con un 70% de fibras recicladas, cartón que Matías Portela y su socio Santiago Guzmán desarrollan con una corrugadora:

Después que pasa por el proceso de fabricación, todo el desperdicio que se genera se vuelve a reciclar a través de cooperativas de recicladores urbanos, de esta forma cuidamos el medio ambiente a la vez que generamos inclusión. Actualmente, estamos desarrollando una línea de juguetes que va ser fabricada por cooperativas de recicladores urbanos a partir del cartón que recolectan en las empresas.

Eso es lo importante: que los procesos se condigan con el objetivo del emprendimiento, o sea, ser amigable con el medio ambiente de principio a fin.

Con el auge de la ecología, surgen ideas como esta, pero no siempre es fácil llevarlas a la práctica y convertirlas en un negocio. El emprendimiento ecológico tiene que enviar un mensaje, tener un “para qué”, una visión futura.

¿Qué piensan los niños? ¿Están dispuestos a dejar la tablet o el computador de lado y jugar con un castillo de cartón? Hasta ahora, estos emprendedores argentinos han comprobado que sí hay disposición, más de la que pensamos:

La verdad es que hoy los niños tienen más conciencia ambiental que sus padres. Hay un desarrollo en los colegios donde estos conocimientos se están inculcando desde los primeros años. ¿Qué deberían hacer los padres? Acompañar este proceso y aprender de sus hijos para que juntos puedan generar un cambio de sus hábitos y cuidar el medio ambiente.

Los fundadores de Ondulé tienen claro que la tecnología llegó para quedarse, y tampoco la demonizan. Lo que sí creen, es que los excesos son malos y es por eso que algunos padres están buscando productos en equilibrio:

Nosotros hablamos mucho con los padres respecto a este tema. Muchos nos dicen que están todo el día en la computadora, la tele o los videojuegos, y que no saben cómo sacarlos de ahí. La verdad, los niños son niños y si uno le regala un juguete físico que le genera desafíos, inquietudes, posibilidades de crear…los niños juegan, y a veces ese juguete hasta puede ser una caja de cartón. Quién no ha visto a su niño jugar con la caja donde vino la heladera o la TV que compró.

¿La clave para el equilibrio? Calidad y no cantidad. Si los padres dedican 20/25 minutos a jugar con sus hijos, pero sin tecnología, se genera un vínculo emocional muy fuerte que los ayuda a desarrollar los aspectos emocionales y creativos.

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